Mi hijo de 6 años lleva un par de semanas con el tema de la muerte rondándole la cabeza sin motivo aparente ya que, por suerte, no hemos tenido ninguna pérdida reciente en la familia, pero algo que desconocemos ha puesto el foco en este tema, quizá es simple curiosidad o ha visto alguna escena relacionada en la tele.
No para de hacernos preguntas de esas que son difíciles de responder, como cuando toca hablar de sexo y sexualidad con ellos, pero, lejos de pensar que es un problema, sabemos que estas preguntas son una grandísima oportunidad para tener una charla interesante con ellos, para que sepan que nosotros somos una fuente fiable de información y, sobre todo, para hacerlos ver que siempre estamos dispuestos a responder todo lo que les inquiete porque, de lo contrario, buscarán las respuestas en otra parte, quizá, con información no tan adaptada o veraz, o incluso, a estas edades tan tempranas, ellos mismos son capaces de inventarse sus propias teorías que, por lo general, suelen ser más angustiosas y traumáticas.
No voy a negaros que nos pilló totalmente por sorpresa porque mi hijo hasta ahora no nos había hecho ninguna pregunta trascendental, ni si quiera aún ha mostrado interés por saber de dónde vienen los niños, pero ya vemos que ¡es intenso hasta para estrenarse en las preguntas peliagudas! Así que, fieles a nuestro estilo para afrontar este tipo de preguntas (de algo nos tiene que servir la experiencia ya vivida con su hermana mayor en estas lides) intentamos ser claros, no decir mentiras y adaptar la respuesta a su capacidad de comprensión. Pero, aunque fuimos muy sutiles explicándoselo, para él fue demasiada realidad saber que la muerte es algo definitivo, que es algo de lo que no se vuelve y que todos nos vamos a morir algún día, incluso mamá, papá, su hermana o él mismo… y cogió una llantera considerable.
En ese momento, comprendimos que necesitábamos más herramientas para darle respuesta a su inquietud, y es que, con su hermana fue todo de una forma más gradual, diría que casi natural, debido a los acontecimientos que tuvo que vivir desde muy pequeñita cuando perdimos a nuestro segundo hijo a las pocas horas de nacer y se convirtió en una estrella.. En este post os explico cómo fue todo ese proceso con ella y como el mensaje se fue adaptando a su capacidad de comprensión. Lo que nos ha quedado claro es que cada hijo es un mundo y, aunque nos creamos “expertos” en hacer algo, al final, siempre toca aprender de nuevo con cada uno de ellos.
Y eso hemos hecho, buscar recursos y herramientas que ahora voy a compartir con vosotros por si os sirven también de ayuda en esta situación. Lo primero de todo, comprender cómo conciben los niños la muerte según su edad.
CÓMO CONCIBEN LOS NIÑOS LA MUERTE SEGÚN SU EDAD
Una estupenda fuente de referencia para poder comprender cómo conciben los niños la muerte es la guía ‘Explícame qué ha pasado‘ de la Fundación Mario Losantos del Campo (FMLC) que sirve para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños y que podéis descargar en el anterior enlace gratuitamente. En base a esta guía se establecen las siguientes etapas en niños pequeños:
Desde el nacimiento y hasta alrededor de los dos años de edad: la muerte no es más que una palabra. Desconocen su significado y no están preparados todavía para comprender este concepto en toda su dimensión. Sin embargo, casi desde el principio de la vida, entre los seis y los ocho meses: los niños ya desarrollan una “noción de permanencia de objeto” que les permite sentir la ausencia de la persona con la que han establecido un vínculo más fuerte (en general, la madre). En consecuencia, si muere una persona muy cercana, el niño sentirá su falta. Pero más allá de eso, la muerte es solo una palabra. “No hay comprensión cognitiva de su significado”, apunta la guía.
Desde los tres hasta los seis años, hay que tener en cuenta tres características de los niños en este rango de edad: tienden a ser egocéntricos, predomina en ellos la subjetividad y el pensamiento mágico e interpretan de forma literal lo que escuchan o lo que sucede a su alrededor.
Según explica la FMLC, esto los lleva, por un lado, a pensar en la muerte como “un estado temporal y reversible y pueden asemejarlo a dormir o a una forma de sueño, por lo que imaginan que la persona que ha fallecido despertará o volverá en algún momento”.
Por otra parte, como no son capaces de comprender que las funciones vitales se interrumpen de modo permanente, imaginan que los muertos comen, piensan, hablan e incluso que observan, desde donde están, el mundo de los vivos. Preguntan cosas como: ¿Dónde está? ¿Tiene frío o hambre? ¿Por qué no viene? ¿Cuándo lo vamos a ver? Además, se alternan las ideas de que personas de su entorno se pueden morir con la de que ellos mismos y sus padres “son eternos y nunca morirán”. En otras palabras: todavía no entienden por completo el concepto de universalidad de la muerte.
Así que, ya que los pequeños lo interpretan todo de forma literal, los expertos del FMLC nos aconsejan “utilizar un lenguaje claro, preciso y real” cuando respondamos a sus preguntas relacionadas con la muerte o el hecho de morir. Es importante, como yo misma os decía al principio del post, que seamos sinceros y concretos en nuestras respuestas a los niños, sin decir metáforas o eufemismos como “el abuelo se ha ido” “está dormido” “nos está viendo desde el cielo”, etc…
He de decir que a mi hija le dije en su día que su hermanito se había ido a una estrella para que comprendiera que se había ido muy lejos y que no podía volver ni ir nosotros hasta allí, ella tan sólo tenía 3 años, y le sirvió… poco a poco fuimos cambiando la versión, dándole mas detalles a medida que preguntaba de nuevo por su hermano, hasta que le contamos todo tal y como fue. Supongo que de haber leído esta estupenda guía lo habría hecho de forma diferente pero, al fin y al cabo, lo que le contamos funcionó y a ella le sirvió para “ubicar” a ese bebé que nunca llegó a casa…
Con esto os quiero decir que los consejos que nos da la FMLC son muy buenos y nosotros mismos los ponemos en práctica para cualquier tema importante, como en este caso es el de la muerte, pero vosotros sois quien mejor conoce a vuestros hijos y quien mejor sabe cómo responderles a este tipo de cuestiones, así que, poco a poco.
Por eso, como todo esto tampoco nos sirvió con nuestro hijo y encajó bastante mal nuestra respuesta aun siendo adaptada a su edad, no queda otra que echar mano del mejor recurso para transmitir conocimiento a los niños: los cuentos.
CUENTOS PARA EXPLICAR LA MUERTE A LOS NIÑOS
Sin duda, uno de los recursos más útiles y sencillos para poder explicar un tema tan delicado como la muerte o el duelo a los niños pequeños es a través de los cuentos.
Viendo que con nuestra explicación mi hijo no acabó de comprender bien lo que queríamos decirle y se lo tomó tan a la tremenda, supe a ciencia cierta que la clave iba a estar en introducirlo poco a poco en el tema a través de cuentos que, con un lenguaje sencillo e ilustraciones que fuesen ejemplificando el mensaje, iba a ser mucho más fácil para él comprender el ciclo de la vida que, a fin de cuentas, era lo que necesitaba saber, ya que, como dije al principio, no estaba sufriendo ningún tipo de duelo por la pérdida de un ser querido, simplemente él necesitaba comprender por qué nos morimos.
Así que, lo mejor que pude hacer, fue acercarme a nuestra biblioteca municipal y pedir consejo a las sabias bibliotecarias que enseguida me localizaron varios libros relacionados con la muerte, el duelo y, sobre todo, con el ciclo de la vida.
Estos son los que mejor nos han funcionado:
“El hilo de la vida” Davide Cali y Serge Bloch (+3años)
Ediciones Sarbacane
ISBN: 9788466661744
Es un cuento muy sencillo, con ilustraciones negro sobre blanco donde sólo resalta el hilo rojo de lana que une toda la historia y que nos recuerda el camino que hacemos en la vida, desde nuestra más tierna infancia hasta nuestra madurez, cuando la esperanza la depositamos en aquellos que nos suceden.
Destaca su formato pequeño y apaisado que ayuda a dar la visión de longitud del hilo de una página a otra y, sin duda, ya os digo que es el que más ha ayudado a mi hijo a comprender el ciclo de la vida. Con este cuento ha comprendido que cuando nosotros seamos viejos, él y su hermana tendrán hijos, y luego cuando ellos sean viejos, sus hijos tendrán hijos… y así sigue la vida.
Ya os digo que a primera vista no pensé que iba a funcionar con él y, sin embargo, ha cumplido su cometido al 100%.
(Puedes comprarlo aquí)
“Estirar la pata o cómo envejecemos” de Babette Cole (+4 años)
Ed. Ediciones Destino
ISBN: 978-84-233-2711-9
El argumento desarrolla la respuesta que dos abuelos (que han aprendido a reírse de sí mismos) dan a sus nietos cuando éstos les preguntan por su obvia decrepitud.
Es un cuento ligero, divertido, el texto está lleno de ocurrencias y las ilustraciones son muy sencillas, aunque pienso que tiene demasiada ironía para que los niños capten bien el mensaje, casi os diría que es un cuento más para adultos que para niños.
Aun así, nos ayuda a explicar el concepto de que la muerte es natural y nos llega a todos en algún momento. La muerte está ligada a la vida y es a ella (a la vida) a la que podemos transformar. En vez de preocuparnos por la muerte podemos ocuparnos de llevar una vida feliz y plena.
(Puedes comprarlo aquí)
“Así es la vida” de Ana-Luisa y Carmen Ramírez Giménez (+3 años)
Ed. Editilde
ISBN: 9788495333728
“Seguramente cuando las cosas no salen como quisiéramos, es porque se nos está invitando a hacer nuevos descubrimientos. La vida no es siempre como queremos que sea, ni siquiera con esperamos. Cada día se estrena cada vida. Y no nos la podemos perder.”
Este cuento no está enfocado a hablar sobre la muerte o el duelo, aunque sí que lo menciona en un par de páginas, porque también forma parte de la vida y es algo a lo que tenemos que resignarnos nos guste o no. Y esto último es, en realidad, lo que intenta transmitir el libro, que a veces podemos conseguir lo que queremos y otras veces no, porque “Así es la vida”, una frase que vamos a encontrar al final de cada reflexión que aparece en el libro y que a mi hijo le encantaba decir bien alto, jajaja… ¡creo que va a ser su frase del año!
En resumen, este libro puede ser muy útil para trabajar la tolerancia a la frustración, sentirse comprendidos ante sus emociones desagradables y para aprender a ver las cosas positivas tras una situación de enfado o tristeza porque, al final, el cuento le da la vuelta a todas las frustraciones encontrando la forma de transformarlas en algo nuevo y positivo.
(Puedes comprarlo aquí)
“El árbol de los recuerdos” de Britta Teckentrup (+4 años)
Ed. Nubeocho
ISBN: 978-84-616-4733-0
“Zorro había tenido una vida larga y feliz, pero ahora estaba cansado. Observó su querido bosque una última vez y se quedó dormido para siempre. Este cuento, dulce y reconfortante, celebra la vida y todos los recuerdos que permanecen en nosotros tras la muerte de un ser querido.”
Por último, os recomiendo este libro porque es una maravilla de cuento, ya no sólo por las preciosas ilustraciones que tiene, sino por el mensaje tan bonito y positivo que tiene acerca de la muerte de un ser querido. Justamente, es el mensaje que siempre intento transmitir a mis hijos sobre este tema, el mensaje de que aquellos que nos dejan siempre vivirán en nuestro corazón gracias a los recuerdos que tenemos de esas personas cuando nos viene a la memoria algo que era especial en ellas, algo que las definía, algo que hicimos en su compañía… y cada vez que algo nos recuerda a esas personas se enciende su llama en nuestro corazón y siempre estarán vivas.
(Puedes comprarlo aquí)
Estos son sólo algunos de cuentos sobre el tema de la muerte y el duelo que he encontrado ¡pero hay muchísimos más! Es cuestión de ir buscando el cuento que más se adapte a nuestros hijos, bien sea por su capacidad de compresión, por el mensaje en concreto que trata o algún aspecto que pueda atraerlos del cuento, como el formato o las ilustraciones.
Al final, todo es cuestión de sentarnos juntos y hablar con tranquilidad y sinceridad, sin presiones, dándoles tiempo a digerir una información tan sumamente intensa y profunda pero, a la vez, una bonita forma de conocernos y aprender juntos ¿no os parece?
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