Se acaba el curso escolar y con su termino llega la correspondiente entrega de notas finales y ya comenzamos a escuchar en los medios los anuncios de las ofertas de juguetes para “premiar” a los buenos estudiantes… lo cual me ha hecho reflexionar sobre si es bueno o malo premiar las notas de nuestros hijos.
Cada final de curso, en nuestro cole, se hace una pequeña ceremonia de entrega de los diplomas de Premio al Rendimiento académico sobresaliente y Premio al Esfuerzo y dedicación académica extraordinaria para dos alumnos de cada clase, y este año se ha ganado el premio al esfuerzo nuestro hijo.
En su momento pensamos que sería mejor que fuese una sorpresa, pero la profesora nos insistió en que se lo fuésemos explicando para que lo fuera asimilando… menos mal, porque lo primero que nos preguntó al decírselo es ¡si le iban a hacer un regalo! En los peques es normal que asocien la palabra “premio” a un regalo material, así que ahí nos tuvimos que esforzar nosotros para hacerle comprender la importancia simbólica de ese diploma, de ese trozo de cartulina con su nombre que le iban a entregar delante de todo el colegio. Finalmente, hoy ha recibido su diploma con alegría y orgullo, aunque lo que más le ha gustado es que es de color azul, su color favorito, jajajaja…
Valorar el esfuerzo, no la nota
Los que venimos de la EGB tenemos como marcado a fuego la importancia de la nota, del número, incluso del color… en este post os contaba mis problemas de pequeña con las matemáticas y como me marcó aquel “NM – Necesita Mejorar” en negro carbón que siempre era el protagonista en mi boletín de notas, siempre destacando cual mosca en un pastel de bodas entre el resto de buenas notas que, normalmente, siempre tenía… ¿era necesario ponerlo en negrita?
Lamentablemente, tendemos siempre a ver primero, a fijarnos, en lo negativo olvidándonos de todo lo bueno, incluso nos lo hacemos a nosotros mismos, yo misma me centraba sólo en aquel NM en negrita sin pensar en el resto de estupendos “PA – Progresa Adecuadamente” en azul… tendemos a ser demasiado autocríticos con nuestras debilidades y a no presumir de nuestras fortalezas, y eso, sin querer, se lo transmitimos a nuestros hijos, es lo que tiene cargar con nuestra “mochila emocional” particular.
Afortunadamente, las cosas en las aulas poco a poco van cambiando, los profes empiezan a valorar otros aspectos del trabajo de cada alumno mas allá de la nota del examen, pero ¿lo hacemos los padres? Yo, reconozco, que sigo centrándome sin querer en la importancia de la nota de los exámenes de mi hija, es parte de la “mochila”, como os decía antes, pero estoy aprendiendo a valorar más su esfuerzo que sus notas.
No voy a negar que el dia de la entrega de notas de cada evaluación es importante, pero en casa intentamos hacer comprender a nuestra hija que nos importa mucho más el esfuerzo que hemos visto en ella cada día, y no sólo el resultado, ya que un día malo lo tiene cualquiera, un examen puede ser más difícil de lo esperado, pero que, lo que realmente cuenta, lo que debería de verdad de contar, es el día a día, lo que vemos en casa, su predisposición al trabajo y su evolución a la hora de organizarse sus tareas y cumplirlas, porque de una forma u otra, antes o después, ese esfuerzo, esa rutina de trabajo, ese hábito diario, sacará a la luz todo su potencial, no puede ser de otra forma.
Premiar con el elogio, con experiencias en familia, no con cosas materiales
Muchas veces caemos en el error de comparar nuestro trabajo con el de nuestros hijos estudiando, es decir, pensamos que si a nosotros por trabajar nos pagan, a ellos por trabajar estudiando deberían de recibir un premio, un bien también material y, en realidad, lo único que estamos haciendo es fomentar de forma errónea su sentido de la responsabilidad y despertar su ansia por el premio, cuando la mayor recompensa de asistir a clase es el aprendizaje y tener cada día un poco más de conocimiento.
¿Cuantas veces habremos pensado que cambiaríamos ganar mas sueldo por un poco de reconocimiento por parte de nuestros superiores en el trabajo, por saber a ciencia cierta si lo estamos haciendo bien, si están orgullosos de nosotros, si nos consideran algo más que un número más tecleando en un ordenador? Seguramente más de una vez, y es que el poder del elogio, del reconocimiento, es vital para el ser humano, es lo que nos mueve, lo que nos motiva, lo que nos hace aumentar nuestra autoestima, y, en el caso de nuestros hijos, si encima viene de alguien a quien quieres más que a nada en el mundo… se convierte en un superpoder.
Con todo esto quiero decir, que es muy importante que nuestros hijos sepan lo orgullosos que estamos de ellos por lo que se han esforzado durante el curso, y que si los resultados no han sido para tirar cohetes, en el próximo curso tenemos otra gran oportunidad para darlo todo porque, aunque será un poco más difícil, también ellos serán un poco más mayores, un poco mas inteligentes, un poco más capaces… siempre en positivo, y que sepan que siempre contarán con nuestro apoyo.
No voy a negar que, en alguna ocasión la sorpresa por un resultado académico de mi hija ha sido tan grande que no he podido evitar regalarle algo que sabía que quería mucho, quizás un libro, quizás un peluche, pero no lo esperaba, no ha tenido que ser a fin de curso, la meta no era el premio… pero, sin duda, los regalos que más ha valorado han sido experiencias como montar a caballo, ir al cine a ver un a película todos juntos, una fiesta de pijamas con su mejor amiga… ningún objeto puede superar el valor del tiempo compartido, sobre todo con papá y mamá que, hoy por hoy, es casi un bien de lujo con la vida que llevamos.
¿Qué pasa cuando las notas no son buenas?
¿Debemos castigarles sin piscina todo el verano? Aparte de que sería injusto para el resto de miembros de la familia, es bastante poco probable mantener semejante castigo, con lo cual no serviría de nada.
Cuando los resultados no son los esperados es mejor sentarse juntos a reflexionar con ellos sobre por qué ha pasado, ayudarlos a identificar cuál ha sido el problema y encontrar, juntos, soluciones para atajarlo. Es importante mantener su motivación y trazar un plan que sea atractivo, por ejemplo, como el que os proponía en este post, pero siempre que ellos tomen parte de forma directa del diseño del plan para que se impliquen desde el principio en el proyecto, seguro que saben como organizarse cada día…
Como dice mi querido “SuperprofeFran”:
“Cuando lleguen sus notas celebrad con ellos, abrazad sus esfuerzos, y sentiros orgullosos de lo que han hecho y han logrado porque suyo, de ellos, es el futuro, ellos serán lo que formen la sociedad que veremos en nuestra vejez, y sueño con una sociedad en la que ellos demuestren que juntos sumamos más, que las personas no compiten sino comparten, y en la que se valore más lo que hacemos que lo que tenemos. Cada uno desde la profesión que sea podrá cambiar el mundo, porque el mundo no cambia gracias a otros sino gracias a lo que cada uno hace a su alrededor”
El verano es muy largo y hay tiempo para todo, incluso para hacer deberes de vacaciones y para zambullirse en la piscina, y es que, no tenemos que olvidar, que toda experiencia es un aprendizaje.
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