La carga mental es la nueva definición de moda para referirse a todas esas tareas invisibles que las mujeres realizamos mentalmente día a día, y casi sin darnos cuenta, para que el engranaje de la vida familiar siga funcionando. Y digo mujeres porque, en su gran mayoría, es a nosotras a quien nos afecta y puede que incluso muchas no sepan ni que existe ese término.
La revisión del pediatra de los niños, el pago de un recibo, elaborar el menú semanal, decidir que ropa poner a lavar hoy, las reuniones del cole, gestionar el grupo del What’sApp del niño (o de los niños), que día hay extraescolares, a qué hora hay que dar la próxima dosis de medicina al niño, etc… y un sinfín de tareas de planificación, coordinación, supervisión y de toma de decisiones, unidas al resto de pensamientos relativos al trabajo y al cuidado de una misma, si es que realmente llegamos a cuidarnos.
Hoy en día se está logrando que exista una mayor corresponsabilidad en la ejecución de las tareas del hogar, pero no de la carga mental. Nosotras seguimos, aparte de hacer las tareas que nos corresponden, también organizando y dirigiendo todo el funcionamiento del hogar en gran parte por herencia aprendida del rol de género de nuestras madres y, a veces, por no saber delegar o haber negociado con nuestra pareja el reparto de tareas con su correspondiente carga mental organizativa y de supervisión.
“¡Es que no me lo has pedido!” Seguro que os suena esa respuesta, la que siempre escuchamos por parte de nuestras parejas cuando nos quejamos de que una tarea no se ha hecho, o cuando nos ven con cara de perro apaleado, porque esa es otra, a veces ya ni nos quejamos, porque total, “si no lo hago yo, no lo hará nadie”, porque “acabo antes haciéndolo yo que dando explicaciones” y así la carga mental crece y crece, generando en nosotras un nivel de estrés tal que es comparable al síndrome del “burnout” o de “estar quemado” y por supuesto, tememos mas que nada en el mundo ponernos enfermas porque “el día que yo no pueda hacerlo esto será el caos”… quizás deberíamos de plantarnos un día y ver que pasa… aunque tu y yo sabemos que, al final, no lo haremos nunca porque nos puede la responsabilidad que nos echamos a la espalda por propia voluntad.
En la mayoría de casos, nuestras parejas no lo hacen deliberadamente (sólo faltaría eso, aunque seguramente existan casos), simplemente parece que vengan sin esa habilidad de serie, y no me extraña porque crecemos en una sociedad tan llena de estereotipos de género que condiciona totalmente nuestros roles y hábitos, pero sinceramente, creo que es algo que se puede reeducar si se quiere.
¿Cómo podemos repartir la carga mental?
Para empezar sería interesante sentarse juntos e intentar visualizar el hogar como una empresa en la que hay diferentes departamentos: de ropa, comida, limpieza, educación o decoración. Después, decidir quién dirige y coordina cada uno de los departamentos (aunque luego nos echemos una mano en la realización de las tareas).
Por supuesto, la persona que no está habituada a llevar esa carga mental va a necesitar un periodo de ajuste durante el cual se equivoque, o pida ayuda al otro para saber cómo hacerlo o, incluso, cometa fallos, con lo cual hay que tener paciencia y darle su tiempo, como cuando enseñamos a nuestros hijos a que se vistan solos o hagan su cama; los primeros días lo harán fatal y habrá que recordárselo muchas veces, pero llegará el día en que será un hábito integrado en su rutina y en su carga mental también.
Importante, saber delegar. Haciendo referencia al ejemplo anterior, ¿cuantas veces hemos arreglado una cama mal hecha? Cuesta mucho, no todo el mundo posee la cualidad de saber delegar, muchas veces porque tenemos ciertas manías en la manera de hacer las cosas y no soportamos verlas hechas de otra forma. Si queremos quitarnos esa carga mental, debemos saber delegar.
Por último y no menos importante, ser ejemplo para las nuevas generaciones, es decir, nuestros hijos. Tenemos que educarlos en la igualdad entre hombres y mujeres , sin estereotipos, para que en el futuro sean más igualitarios que nosotros y eso, sin duda, se logra día a día dando ejemplo en casa y también haciéndolos partícipes de forma gradual de la parte de carga mental que les corresponda para que ésta no sea de una sola persona, sino de todo un equipo.
Por último, os recomiendo ver esta publicación donde aparece traducido un cómic de Emma Clit donde explica de forma magistral y muy visual qué es la carga mental: “No me lo has pedido”
Y vosotros, ¿como gestionáis la carga mental en casa?
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4 Comentarios
Suscribo totalmente tus palabras. Creo que, por mi experiencia personal, un punto importante es entender que es un proceso, que no se cambia de la noche a la mañana y que hay que hacer seguimiento, reevaluar… Fundamental sentarse a hablar y a escribir y hacerse la rubia . Seguramente así haya cosas que vayan cayendo por su propio peso y así la otra persona se vaya dando cuenta.
En mi caso vamos a mejor, aunque todo es mejorable
Poco a poco tenemos que ir cambiando las tornas, sobre todo, por nuestra salud mental y por dar ejemplo a nuestros hijos para que ellos ya vivan en igualdad.
Grandiosa enseñanza, a veces me canso como diría aquí en Venezuela con tanto “trajín” pero siempre busco estas formas de aliviar lo que por poco se convierte en estrés 😉 Buen post Elisa como siempre pensando en todas ♥
Gracias Tamara por tu opinión sobre el post!