Sólo de leer el título de este post ya me da la risa porque hasta yo misma pienso que eso es una utopía, seguro que tú estás pensando lo mismo. La verdad es que es bastante desesperante cada vez que hablamos con nuestros hijos y les repetimos las cosas mil veces, algo que recuerdo que odiaba cuando me lo hacía mi madre y me juré que jamás lo haría con mis hijos… ¿a qué te da la risa también?
He llegado a pensar incluso si es que aún no han desarrollado algún mecanismo natural en el cerebro para tener esa capacidad de pasar de lo que les decimos, o de mirarnos como si nos escuchasen, cuando sabemos que tienen la mente a mil kilómetros de distancia, o de decirnos que lo han entendido y seguir pasando olímpicamente de hacer lo que les hemos pedido. Y sí, me veo como mi madre repitiendo las cosas una y mil veces con pocos resultados de éxito.
En realidad, es cierto que los niños tienen unas fases madurativas en su cerebro que les lleva a no procesar la información como lo hacemos los adultos, acordaros de lo que os contaba en el post sobre la gestión de las rabietas a cerca de la “mielina”, una sustancia lipoprotéica que hace de aislante para facilitar la transmisión de los impulsos nerviosos de unas neuronas a otras (como la goma aislante que recubre los cables para que la electricidad circule por su sitio) y este proceso da la casualidad que es el último en completarse en la región del cerebro que regula la conducta (Corteza Prefrontal)… y esto sucede ¡a los 22 años! Creo que no hay mucho más que decir, ¿verdad?
Resumiendo, que si tu hijo tiene menos de 22 años no esperes que su conducta sea como la de un adulto (aunque también dependería del adulto a comparar) pero sí que le va a afectar toda la información que recibe de su entorno y sobre todo de los seres con los que se relaciona, principalmente, mamá y papá.
Así que, mucho me temo, que va a ser más cuestión de cómo emitimos el mensaje para que llegue a nuestros receptores, nuestros hijos, que aún les falta madurar, ¡así que habrá que utilizar el ingenio y algunos trucos!
ESCUCHA ACTIVA
La escucha activa es una técnica y estrategia específica de la comunicación humana, un término genérico para definir una serie de comportamientos y actitudes que preparan al receptor para escuchar, para concentrarse en la persona que habla y para proporcionar respuestas, lo que denominamos “feedback”. Implica, asimismo, que el receptor ofrece disponibilidad y muestra interés por la persona que le habla. La escucha activa consiste en una forma de comunicación que demuestra al hablante que el oyente le ha entendido. Se refiere a la habilidad de escuchar no sólo lo que la persona está expresando directamente, sino también los sentimientos, ideas o pensamientos que subyacen a lo que se está diciendo.
A continuación, os dejo algunas claves para poner en práctica la escucha activa con vuestros hijos:
–Hablar a los niños a su altura: si nos colocamos a su altura les va a llegar mejor la información. Si vemos que, aún así, giran la cara o desvían la mirada un buen truco es preguntarles “¿De qué color son mis ojos?” Así les obligamos a mantener el contacto visual y centrar la atención en nosotros.
–Mostrarles cómo hacer las cosas, no sólo decírselas: es mejor acompañar nuestra petición con una acción. Si tienen que recoger la habitación no les digamos sólo que tienen que recogerla, sino que cogemos un juguete y lo ponemos en la estantería, mientras que les explicamos que los juguetes van a la estantería.
–Usar pocas palabras para darle una orden: los niños prestan atención por cortos periodos de tiempo, así que debemos ser breves y concisos con nuestro mensaje y adaptarlo a su capacidad de entendimiento.
–Dejar una nota en las cosas que le hemos dicho miles veces: podemos ahorrarnos repetir siempre la misma orden si directamente ponemos carteles por la casa como “las zapatillas en este rincón”, “no se salta en el sofá” o incluso, si necesitamos que recuerden una serie de tareas, hacer un cartel con una columna de “Pendiente” y otra de “Realizado” y poner pos-it con las tareas que tiene que hacer a diario y que las vaya pasando de un lado al otro a medida que las va realizando.
–Esperar a que entiendan lo que le hemos dicho: tenemos que tener paciencia, los niños pueden tardar mas tiempo en entender lo que les estamos diciendo. A veces es bueno contar mentalmente hasta 10 y ver si el niño ha entendido lo que le hemos dicho.
–Dar la orden por partes: dar una orden, esperar a que la haga y luego mandar la siguiente orden. Por ejemplo: “ponte los zapatos” y una vez que lo ha hecho, decirle la siguiente orden “ponte el abrigo”.
COMUNICACIÓN COOPERATIVA
¿Y cuando hemos probado todo lo anterior y tampoco nos funciona? Entonces la clave está en la “comunicación cooperativa”, al menos es lo que mejor nos ha funcionado a nosotros con nuestra hija mayor, porque todo esto no sólo depende de nosotros, sino también del carácter del niño y, si con mi hijo pequeño me funcionan mejor las claves de la escucha activa que os he contado antes, con mi hija mayor, que ya está en otra fase, os aseguro que no es suficiente y también es cierto que con ella siempre ha funcionado todo mejor en compañía.
El término “comunicación cooperativa” lo descubrí leyendo el libro de “El cerebro del niño explicado para padres” de Álvaro Bilbao y la eficacia de este tipo de comunicación radica en solicitar la colaboración del niño y en hacer de las tareas un trabajo en equipo. Cuando el niño se siente acompañado, la tarea parece más amena y sencilla que cuando tiene que hacerla solo. En nuestro caso particular recuerdo decirle a mi hija varias veces que se pusiera a estudiar para el examen de Sociales que tenía, pero nada, no había manera, ni si quiera echándole el sermón de lo importante que es coger un hábito de estudio y demás, pero no cambió el chip hasta que le dije que podíamos repasar juntas, entonces ¡le cambió la cara! Yo le iba preguntando cosas, ella iba respondiendo, y si no se la sabía bien repasábamos la información en el libro juntas, o ampliamos información en otros libros ilustrados que teníamos en casa, o en Internet… el caso es que estudiar acompañada era mas dinámico para ella que sentarse delante del libro y acabar con la mente en cualquier otra parte menos mirando el temario. Estudiar conmigo le hacía estar concentrada todo el rato en el tema y era infinitamente más divertido.
Y es que todos estamos más dispuestos a acometer una tarea que parece algo difícil si nos sentimos acompañados. Si quieres que tu hijo guarde sus juguetes, en vez de ordenarle: «Recoge tus juguetes», puedes probar a pedirle: «¿Me ayudas a guardarlos?».
También es importante dotarles de cierta libertad en vez de ordenarles hacer las cosas. Es decir, mientras deciden que quieren hacer no les da tiempo a enfadarse y a pelarse con nosotros, pero darles la opción de elegir les hace sentirse respetados y valorados, aparte de que a nadie nos gusta que nos obliguen a hacer las cosas ¿verdad? Por ejemplo, en vez de decirle al niño «Tienes que lavarte los dientes y vestirte», prueba a preguntar: «¿Qué prefieres hacer primero: lavarte los dientes o vestirte?». Así, una situación que normalmente es difícil para el niño se convierte en un momento positivo que hará que colabore mejor y que aprenda, además, a tomar sus propias decisiones.
COMUNICACIÓN NO VERBAL
Al igual que es importante expresarnos de forma correcta con nuestros hijos, también hay que tener en cuenta toda la comunicación NO verbal que transmitimos al hablarles. Debemos mantener en todo momento una actitud de escucha, asentir, etc., pero además es necesario que:
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No estemos haciendo otra tarea mientras hablamos con ellos, prestarles la máxima atención.
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Mirarles a la cara y transmitirles que ellos – y lo que nos quieren contar- es lo más importante en ese momento.
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Tengamos cuidado con nuestros gestos
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Mantengamos una distancia prudencial para que no se sientan intimidados
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Mostrar empatía sobre aquello que nos está contando
ENEMIGOS DE LA COMUNICACIÓN
En la comunicación tenemos enemigos que hay que combatir si queremos llevar a cabo una comunicación efectiva con nuestros hijos. Estos son algunos:
–Las prisas y la falta de tiempo. Siempre vamos acelerados, repitiendo frases como “venga vamos, que no llegamos”, “date prisa” “luego me lo cuentas que se hace tarde” y no encontramos tiempo para hablar tranquilamente con nuestros hijos. Debemos buscar ese tiempo y destinar una parte del mismo a hablar y dialogar con los niños. Conozcamos sus intereses, sus preocupaciones, sus sentimientos… y que ellos también nos conozcan a nosotros, así podremos evitar situaciones futuras como las de este famoso anuncio de Ikea.
–La tecnología no es mala pero un mal uso de ella nos puede llevar a la incomunicación más absoluta. Encontramos hogares donde la comunicación se da únicamente a golpe de clic y emoticonos. Necesitamos ir más allá, apagar las pantallas (tv, móviles, tablets…) y cuidad la comunicación cara a cara con nuestros hijos y pareja.
En fin, no hay métodos infalibles y es muy probable que, a pesar de todas estas pautas que os acabo de decir, sigamos repitiendo las cosas a nuestros hijos mil veces, parece ser que es algo que no cambia por mucho que evolucione el ser humano, jajaja… pero, al menos, debemos intentar ponerlas en práctica porque seguro que el factor sorpresa de haber cambiado nuestra forma de pedirles las cosas les hará estar mas atentos y receptivos a lo que les decimos y, sin duda, no descartéis la opción de proponerlo todo como un trabajo en equipo, porque siempre estarán más dispuestos a cualquier cosa para todo lo que sea pasar mas tiempo en nuestra compañía
Fuentes:
Wikipedia
“Escuela de padres de niños de 6 a 12 años” – Óscar González
“El cerebro del niño explicado para padres” – Álvaro Bilbao
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2 Comentarios
Si bien aún no he llegado a esta etapa con mis mellis, es importante leer los consejos que dan los expertos en el tema. ¡Gracias!
Gracias a ti por leerlo y aprender con tanta antelación! 😉