Hoy voy a pediros que levanten la mano las parejas que no han discutido nunca delante de sus hijos. Pocas habrán, me temo… Las discusiones no son cosas que se programan, así que pueden surgir en cualquier momento y delante de cualquier persona, incluso delante de nuestros propios hijos, aunque sean niños.
Pero… ¿alguna vez os habéis parado a pensar si os habéis reconciliado también delante de ellos? Yo, reconozco, que no siempre, que alguna vez se han perdido el “segundo acto”, seguramente porque ya se habrían dormido o porque estarían jugando o enfrascados en sus cosas, pero nunca me he parado a pensar en la repercusión que puede tener para ellos ver como discutimos, y encima, que nos hayan visto, o no, reconciliarnos, cosa que siempre hemos acabado haciendo. Si algo tenemos claro mi marido y yo, es que nunca nos vamos a dormir estando enfadados.
Hoy, gracias a Tati Cortés, psicopedagoga y experta en autoestima de adultos y niños, vamos a reflexionar sobre cómo afectan a los niños nuestras discusiones de pareja cuando suceden delante de ellos y cómo podemos solucionarlo y/o evitarlo con unas sencillas pautas a tener en cuenta.
Las discusiones son parte de la convivencia, pero afectan a todo el mundo; a los propios protagonistas de ella, a los que escuchan la discusión, pero sobre todo a los hijos. A cada uno le afecta de una manera, pero en el caso de los niños, poco a poco van acumulando malos pensamientos y generando cierto malestar que muchas veces no ni sabemos cómo gestionar ni sabemos de donde proviene.
Miedo e inseguridad son los sentimientos que afloran en nuestros hijos cuando nos ven discutir a los padres. Básicamente porque no entienden ni saben de dónde parte la discusión ni cómo va a acabar. Es una incertidumbre que, a menudo, se convierte en baja autoestima para el propio hijo y también en una disminución de su confianza hacia los padres.
En una pareja es inevitable discutir, hablar y por supuesto a veces chillar, pero si eso ocurre, la reconciliación también debe ser delante de los niños. Este gesto va a hacer que aprendan a que pueden decir su opinión a los seres queridos y a gestionar mejor sus propias emociones explicándolas y exponiéndolas sin necesidad de tener miedo o inseguridad. Aparte, el niño ante una discusión sin más, puede aprender a que se puede dar la opinión sin tener malestar, y realmente para ellos es una lección de que se puede cordialmente llegar a un acuerdo cordialmente.
Muchos de los comportamientos regresivos de los niños, es decir, de actitudes y habilidades ya superadas (como dormir solos, hacerse pipi en la cama…) provienen de ciertas inseguridades generadas por los padres, entre otras las discusiones continuas y el malestar general que hacen que estos signos se muestran en el hogar. Y no solo sucede con los comportamientos emocionales, sino también con los cognitivos, estos son los que pueden afectar a su desarrollo personal y emocional, como, por ejemplo, la concentración en clase, el mal humor constante, las contestaciones que han tomado como ejemplo y que las aplican en su entorno…
Está claro que podemos discutir sin llegar al enfado y cuando lo hagamos delante de nuestros hijos, sobre todo, tratemos de escoger un momento para que nos vean llegar a una cálida reconciliación, ya sea de manera, verbal o bien física, para después hacer que intervengan los hijos para fundirse todos en un fuerte abrazo.
Todas las muestras de amor y cariño que podáis dar y mostrar en presencia de vuestros hijos, hará que su autoestima, su seguridad y su personalidad crezcan fuertes y estables para poder llevar una vida emocional plena en un futuro, ya sea con su pareja, con su familia o con sus amigos.
En este artículo voy a daros 8 motivos y consecuencias emocionales que afectan los niños para que no discutáis delante de vuestros hijos, y para que, a ser posible, evitéis gritar en su presencia:
- Tiene miedo: como decía anteriormente, estas discusiones les genera miedo, e incertidumbre, y en ocasiones también les puede producir ansiedad, que de manera innecesaria les estamos inculcando.
- Sentimiento de culpabilidad: al no saber porque discuten los adultos, los niños tienden a pensar que es por ellos, porque se han portado mal, o porque los padres no están contentos de su comportamiento.
- Trastornos emocionales: les genera una baja autoestima, que posteriormente les afectará a lo largo de su vida.
- Imitaran el comportamiento negativo: ya sabemos que los niños imitan más que escuchan, entonces esto puede generar que reproduzcan este comportamiento negativo con cualquier persona.Llamadas de atención: debido a su falta de seguridad y autoestima, van a generar comportamientos negativos y llamadas de atención que van a aumentar este descontrol emocional.
- Traumas psicológicos: ver discutir a sus pilares les produce tales traumas que por supuesto necesitaran ayuda para ordenar, digerir y aceptar muchas de las actitudes negativas que han tenido los padres en su presencia.
- No aprenden a comunicarse: escuchan gritos, chillidos, etc, los niños que ven a sus padres discutir, difícilmente puedan llevar a cabo una discusión con otra persona de manera civilizada, pues no es el comportamiento ejemplar que habrán visto de sus padres.
- Afecta a su inteligencia emocional: por supuesto que sus emociones se ven dañadas y muy afectadas. Este hecho conlleva a tener que trabajar sus emociones y su inteligencia emocional basada en la comprensión y en la escucha hacia nuevas emociones.
Pero que ni cunda el pánico ni afloren esos sentimientos de culpa que enseguida nos invaden por todos los motivos que acabo de exponer, porqué hay soluciones, hay recursos y existen actuaciones que podemos llevar a cabo para evitar discutir delante de nuestros hijos. A continuación, las expongo. Léelas con calma, con tu pareja y tratad de compartirlas y comentar cada una de ellas, para buscar, entre los dos, las mejores opciones para vuestro hogar.
Recursos para evitar discutir delante de nuestros hijos:
- Evitad hablar delante de ellos temas que para la pareja ya son “delicados” o que intuimos acabarán en discusión. Busquemos un momento íntimo, a solas y en calma.
- Los temas de adultos se hablan con adultos. Muchas veces los niños escuchan, pero no comprenden ni gestionan la conversación a nivel comprensivo, eso hace que tengan dudas y les genere inseguridades, lo mejor es evitarlo.
- En su presencia no habléis de temas que les involucren a ellos. Las decisiones de los padres hay que hablarlas en pareja y en privado, no delante de ellos, para no influir en su opinión a hacia ninguno de los progenitores.
- Intentad que no tomen partido en vuestras disputas. No les hagáis entrar en la conversación para posicionarse e ir a favor o en contra de alguno de los padres. La complicidad no es parte de la educación en las discusiones familiares y menos con nuestros hijos.
Como podéis ver, es muy importante hacer el esfuerzo de reconciliarnos delante de nuestros hijos. Quizás, si no lo hacemos (o no siempre) no tienen por qué suceder algunas de las situaciones que Tati nos comentaba en los párrafos anteriores, pero desde luego tampoco es bueno dejarlo pasar siempre.
En realidad, con este post y estas reflexiones trato de hacernos recordar (si, para mí también, yo me incluyo) la importancia de educar con el ejemplo, de remarcar en ellos valores fundamentales como saber perdonar, o incluso saber escuchar, comprender, rebatir, debatir o discutir de cualquier tema sin que ello suponga acabar a gritos.
Por otra parte, tampoco es cuestión de ocultar nuestro enfado o tristeza por las situaciones cuando estas puedan surgir, ya que, no es bueno enmascarar nuestras emociones con una felicidad absoluta porque, precisamente, ellos se van a ver reflejados en nosotros (como en todo) como cuando, por ejemplo, se enfadan o tienen una rabieta porque no les dejamos hacer alguna cosa y, de este modo, van a ver que no pasa nada por estar enfadados, que se puede llegar a un acuerdo, o lo más bonito del mundo, que se puede y se debe pedir perdón con el corazón.
Nadie es perfecto y de todo se aprende… aunque seas un adulto.
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