Seguramente alguna vez te has preguntado qué siente un profesor cuando acaba el curso ¿echará de menos a sus alumnos o se sentirá aliviado ya que, por fin, empiezan las vacaciones del profe? O, quizás, tengas la curiosidad de saber qué hace con todos los regalos que le han hecho durante años para fin de curso, ¿los guardará todos, los revenderá o los quemará en la hoguera de San Juan, por aquello de la renovación del solsticio de verano? Jajajaja… qué exagerada soy, ¿verdad?
Lo cierto es que cada día, durante 9 largos meses, depositamos nuestra confianza en los profesores para que enseñen a nuestros hijos. Durante 8h lectivas están bajo su responsabilidad, en una clase donde se cuecen futuros que hoy en día son difusos… pero, más allá de aprender matemáticas, lengua o inglés, existe un intercambio de experiencias…
A lo largo de nuestra vida nos encontramos con personas que, quizás apenas cambien nuestro destino, pero siempre existirá esa persona que marcará la diferencia, que nos hará alzar la mirada, buscar nuevos retos, imaginar otros sueños… o quizás, sea lo contrario, nos hará centrarnos en todo aquello que anida en nuestro interior y que nos haga descubrir lo que de verdad somos para, por fin, desatar todo nuestro potencial.
Creo que todos los padres y madres deberíamos leer este testimonio de un profe que ama su trabajo, que se emociona cada día en el aula y que siente ese miedo, esa responsabilidad que nosotros depositamos en él cada día… ¡gracias Fran!
Llevamos mucho tiempo hablando de la “Educación emocional”, y de cómo trabajar las emociones en nuestros alumnos cuando somos los profes, o en nuestros hijos cuando somos los padres. Pero al igual que cuando hablamos de “motivacción” no podemos limitarnos solamente a motivar al niño, sino que también es el profe quien también se debe motivar, o la familia, aquí nos pasa lo mismo, las emociones no son exclusividad del alumno. Comunión.
Los profes también nos emocionamos, somos parte de la ecuación viva del aula, y a veces nos empeñamos (yo también cuando empezaba a trabajar hace 20 años) en “protegernos” con esa coraza, distanciando a padres, niños, y demás personas de lo que son “mis sentimientos” (como si fueran propios, los sentimientos son personales y propios, pero suelen nacer compartidos). Somos parte de la ecuación y por eso, si yo propongo un proyecto en el que los niños me cuentan sus sueños de mayor, y los padres abren la ventana de su vida contando aquello que les llevó a ser “x” profesión (y lo importante, “x” persona muchas veces) debemos ser nosotros también asertivos, y contar nosotros (los profes) esa parte. El objetivo de aquel trabajo no era sólo trabajar los sectores laborales, sino el ofrecer al alumno modelos positivos como lo son sus padres, y reforzar los vínculos familiares permitiendo que ellos conozcan cosas que quizás no sabían de sus padres y viceversa.
Yo era arqueólogo, con 10 años los dinosaurios, encabezados por Nessie (Lago Ness) y buscar fósiles, eran mi pasión… y como reminiscencias de aquella época hoy camino por la montaña y aún miro al suelo como quien busca un ammonites. Con 15 años quería estudiar “Imagen y sonido”, en la época sin móviles ni cámaras en los bolsillos me imaginaba con el objetivo y cámara al hombro, rodando reportajes de linces, quizás por eso soy forofo de crear vídeos educativos, y utilizarlos en el aula… Hasta que un día, tras la selectividad y cuando debía escribir en un papel las 10 carreras a las que quería optar, descubrí a un puñado de profesores de Educación Especial, en el día de las paellas del Colegio Torrepinos (Torrente) y comprendí que esa era la labor que quería hacer el resto de mi vida, ayudar a otros a alcanzar sus sueños, ser un profe cercano, que comparte la vida con las familias, y que logra que las palabras huelan y las explicaciones se sientan. Por extraño que parezca no soy profe por los maestros que yo tuve, sino por los maestros que llegó a tener mi hermano. Empatía.
La educación emocional de muchos profesores es como una semilla de amapola guardada con mimo y recelo en un sobre de papel. Con el tiempo descubres que el sobre no vale para nada, y los alumnos y sus familias te regalan una maceta con tierra húmeda. No nos enseñaron emociones en EGB, fuimos nosotros los que descubrimos que plantar la semilla, dejar que crezca y compartirla era lo realmente adecuado, más aún si yo les pido a mis alumnos que expresen, que cuenten, que vivan, pues yo debo contar también y ser modelo activo. Y es bueno contar que los profes tenemos sentimientos, incluido aquellos que como mostraba la película “Del revés” parece que rechazamos, tenemos también miedo, mucho miedo, yo tengo miedo a equivocarme.
Hace tiempo dije “tengo miedo a tener a Thomas Alva Edison en clase y no darme cuenta de ello, no darle lo que necesite”. Tengo miedo a errar, a equivocarme en una frase o palabra y que eso lastre a un alumno. Ese temor y respeto hay que tenerlo siempre presente. Trabajamos con personas, no con papeles (aunque a veces el papeleo ahogue la docencia). Tengo tristeza, tristeza de saber que mi labor es pasajera, es la tristeza del sembrador de amapolas que cuando la planta germina debe abandonar el campo para arar otro lugar. Esa es la sensación que queda, la tristeza del que ve a un amigo marchar, y sabe que no volverá a vivir los momentos pasados.
Es curioso cuando llega septiembre, y los profes miramos la fila de alumnos nuevos, esperanzados e ilusionados con nuevos retos. A su vez, al fondo, al otro lado del patio, vemos a nuestros antiguos alumnos, y sentimos esa añoranza que dibuja una leve sonrisa en el rostro, ahí, los dejamos volar a nuevos horizontes… Tristeza, y alegría a la vez.
Por suerte el sentimiento principal que domina el aula suele ser la alegría, la ilusión, y suele ser parte fundamental de esa ecuación viva del aula. Cada docente encuentra la alegría en aquellas cosas que le funcionan mejor, los alumnos, especialmente aquellos que nos dan más dolor de cabeza, que exigen la mejor versión de nosotros mismos, son los que más alegrías importantes nos ofrecen. Algunos profes de “asiento inquieto” generamos alegrías partiendo del trabajo por proyectos, clase invertida, o mil cosas, otros necesitan mayor estabilidad y viven experiencias alegres con sus alumnos fomentando unas rutinas muy necesarias en la clase, pero al final todo son experiencias de éxito que llenan no sólo los corazones de los alumnos, sino también los corazones de los profes, que necesitamos alimentarlos. Ilusión.
Una buena amiga me preguntaba ¿qué hacéis los profes con los regalos de todos los cursos? Me pareció una gran pregunta, quizás sea uno de esos momentos emotivos más fuertes del curso, la tristeza que antes comentaba aflora, la alegría se hace palpable… Y en la mayoría de casos el nudo en la garganta sujeta las lágrimas que no quieren atreverse a salir. Nuevamente los profes tratamos de no mostrar esos sentimientos de forma plena… ¿Vergüenza? Tengo muchos de esos recuerdos guardados, fotos que me dieron junto a toda la clase, libros de dibujos hechos por ellos, o un llavero firmado por los alumnos, libros de lectura… Otros se rompieron con el uso, como bandoleras, o una pulsera, así como alguna taza que acabó deslizándose al suelo, otras siguen en activo, calentando los desayunos… Pero el mejor recuerdo, lo que realmente permanece ahí, es la vivencia emocional, ligada y soldada en el alma.
Es habitual pensar desde la perspectiva del alumno, como cuando lo fui yo mismo, y recordar a “aquel profe que te marcó” positivamente, pero de lo que muy pocas personas hablan (porque los profes callamos) es de todos esos alumnos que son ellos los que dejaron huella en sus profesores, y de cómo los docentes nos vamos también transformando gracias a nuestros alumnos y a sus padres.
Yo quiero darlas gracias a todos aquellos que durante 20 años habéis escrito sobre mi alma de maestro, en distintos colegios, en centenares de clases… me enseñasteis cómo buscar formas diferentes de explicar, y me enseñasteis lo que realmente es importante, que son las personas, no sólo el alumno, también el niño, los padres, y los profes. Agradecimiento.
por Fran Nogales
El curso que viene mi hija no volverá a tener a Fran como profesor, no sabemos que profe le tocará como tutor, no sabemos si será de los que enseñan “a lo tradicional” o de los que enseñan como Fran, aunque como él no hay muchos todavía… por desgracia.
Yo sé que el curso que viene será más complicado, seguramente más exigente y totalmente diferente. Yo sé que mi hija volverá la mirada a la fila donde esté Fran y le echará de menos, porque nunca he visto a mi hija más feliz de volver a clase tras el verano porque Fran volvía a ser su tutor, más apasionada por aprender cosas nuevas, más decidida a ser científica por haber hecho experimentos en un río, más emocionada por ver a su madre en clase por una idea de este “profe moderno” que siempre ha buscado que la familia formase parte de la escuela…
Durante la charla sobre mi trabajo… y esa mirada que captó Fran ¡Gracias por este instante!
Ayer, durante mi charla sobre mi trabajo en la clase de mi hija, fui testigo de lo complicado que era mantener la atención de 27 mentes en plena ebullición de ideas, de contestar a preguntas inesperadas, de apasionarse en una explicación, de aprovechar una idea para transmitir una lección de vida… todo eso que no se ve cuando suena la sirena del cole y como locos recogemos a nuestros hijos para llevarlos a una extraescolar o a casa a hacer deberes.
Pero el profe se va pensando en todo lo que quedó por decir, en que mañana quizás encuentre un hueco para explicarlo o quizás no, porque no es libre de hacer todo lo que le gustaría… y se marchará a su casa donde tendrá que corregir una pila de exámenes, donde recibirá una crítica de algún padre por el móvil, donde pensará en cómo satisfacer a todos, donde se tomará un café en una taza que diga “gracias profe” y se sonreirá, porque es esa dichosa taza descascarillada por el uso la que, cada día, le cuenta que llegó a miles de pequeños corazones… para siempre.
No, es una foto sacada de Pinterest… la foto es de Fran y es la taza con la que desayuna cada mañana…
(taza de Mr.Wonderful)
¡GRACIAS POR TODO PROFE!
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2 Comentarios
La verdad es que has tenido mucha suerte con este profe! Todos son buenos pero de vez en cuando hay uno que destacar (mcsal)
Sin duda Fran es uno de ellos…