La sociedad en la que vivimos parece estar reñida con la muerte y todo lo que conlleva ese concepto. Es curioso como algo tan vinculado a su vez a la vida, a nuestro ciclo vital, sea tan difícil de aceptar, sea apartado, sea ocultado…
Nos hemos alejado de la muerte como si fuese algo que no va con nosotros, como si fuese algo que nunca va a pasarnos, aunque realmente sabemos que moriremos algún día, pero lo desterramos de nuestra mente, no vaya a ser que por mucho pensarlo vayamos a morirnos antes.
Antaño la muerte era algo mucho más “normal” y aceptado en el día a día. Era un hecho, la falta de vacunas y adelantos en la medicina hacía que fuese el pan de cada día. No es que la vida tuviese menos valor entonces, sino que la muerte era algo que se esperaba, aunque no se deseara, por supuesto, ¿quién va a desear morirse?
Muchas veces me paro a pensar en cómo mi abuela materna no se volvió loca después de perder cinco hijos de los siete que finalmente tuvo. Sólo le sobrevivieron los dos últimos, y entonces lo comparo conmigo, que sólo he perdido un hijo y aun me cuesta a veces creerme que algo así me haya sucedido. La diferencia está en que mi abuela estaba preparada para que algo así pudiera suceder, era habitual en aquella época, y por eso las familias tenían muchos hijos, porque sabían de antemano que alguno de ellos no llegaría a sobrevivir, quizá por una enfermedad que ahora se puede prevenir con una vacuna, o por una pulmonía, o por problemas en parto… quien sabe.
Y si para nosotros es complicado hablar de la muerte, no hablemos de explicárselo a los niños… Si hablar de sexualidad con nuestros hijos ya nos resulta difícil y complicado, ¿qué le dices a tus hijos cuando te preguntan por qué se ha muerto su mascota? ¿por qué se ha muerto el abuelito/a?, o que le respondes a la pregunta estrella de: ¿mamá, tú también te vas a morir?
Hace tiempo que me enfrenté a estas preguntas…
Nada más difícil que explicarle a una niña de casi 3 años por qué su hermanito no había venido a casa con nosotros. Lamentablemente, estuve 5 días ingresada en aquel hospital, sin verla y sin poder explicarle por qué mamá no volvía con el bebé que tanto habíamos estado esperando. Al menos, en el momento de nuestro reencuentro, a ella le bastó con tenerme a mí, con aquel abrazo y aquel “mamá ya no se va a ir más al hospital” …. en realidad, ella me salvó a mí, como muchas veces os he explicado.
Con el paso de los días, vinieron las preguntas, los comportamientos inusuales y su certeza de que algo malo e importante había pasado en casa… no en vano, ni su padre ni yo estábamos en nuestro mejor momento, evidentemente, y los niños, como todos sabéis, lo perciben todo. Nunca quise ocultarle que su hermano no vendría a casa, y me inventé una historia para que ella entendiera que se había ido tan, tan lejos que no podríamos ir a buscarle… Su hermanito se había puesto muy malito y se había convertido en una estrella, la más brillante que veíamos en el cielo, y que desde allí nos daría luz y compañía… para siempre.
Sorprendentemente, ella lo aceptó muy bien y con el paso de los años ella relataba esa historia al pie de letra, y como cuento en este post, casi dolía más escucharla a ella con su inocencia, con su aceptación de algo irremediable, pero lo mejor, fue que para ella siempre existiría su hermano, aunque fuera en forma de estrella…
Y así sigue siendo… ella siempre lo tiene en mente como un miembro más de la familia, al igual que yo siempre cuento que tengo tres hijos, aunque uno brille en el cielo…
No sé si fue la mejor manera de explicarlo, pero le ayudó a ordenar su propio caos interior, porque los niños, aunque son pequeños, sienten igual ese “vacío” interior… quizás, de haber sabido entonces que existían cuentos para explicar la muerte y el duelo a los niños, habría sido una mejor opción, tal y como hace magistralmente este cuento que os presento a continuación.
“Para siempre” es un cuento breve escrito por Camino García e ilustrado de manera sencilla por Marco Recuero, que explica el ciclo de la vida y como muchas veces los adultos, en nuestro empeño por evitar el sufrimiento a los niños, tendemos a ocultar o disfrazar la muerte contando versiones diferentes de lo sucedido y que, a veces, sólo confunden más al niño.
Es necesario hablar con los niños de la muerte, porque en algún momento de su vida se encontrarán con alguna pérdida, más o menos importante, un suceso que puede ocurrirles a cualquier edad. Además, es necesario contarles la verdad, aunque de una manera que ellos la comprendan.
Lo que más nos ha gustado de este cuento es cómo intenta explicar la sensación de “vacío” que se sufre durante el duelo después de una pérdida, que es normal sentirse triste y que ese “vacío” lo iremos llenando con recuerdos y cosas bonitas de quien nos dejó y que, por supuesto, ese ser querido les acompañará “para siempre…”
A medida que mi hija se ha ido haciendo mayor hemos ido variando la historia de nuestra estrella hasta contarle la verdad tal y como fue, sobre todo cuando a partir de los 8 años ya fue consciente de que no somos eternos en este mundo y empezó a preocuparse por la muerte y, evidentemente, porque a papá, a mamá o a su hermano pequeño, o incluso a ella misma, nos pudiese pasar algo…
Tanto en esta etapa, como en cualquier otra, lo importante es decirles la verdad, siempre utilizando un lenguaje acorde a su entendimiento, ya que cada niño tiene una maduración cognitiva diferente, así que nosotros somos los que mejor vamos a saber cómo contarles qué ha pasado ante la pérdida de un ser querido.
Ante todo, acompañarlos, comprenderlos y hacerlos ver que estamos dispuestos a resolver todas sus dudas, sobre todo a explicarles todos esos sentimientos encontrados que sienten y no comprenden, porque somos nosotros los que tenemos que enseñarles, con nuestro propio ejemplo, a expresar su dolor y a canalizar sus emociones… ellos tienen derecho a estar tristes, aunque nos resulte doloroso.
El juego, el dibujo y cuentos como “Para siempre” son el medio de expresión natural de los niños. Debemos de estar atentos, de acompañar y animar a los niños a que dibujen, jueguen o inventen sus propias historias, porque estas serán sus herramientas para tratar de comprender y elaborar su duelo y así, en un futuro, poder convertirse en personas resilientes… porque la vida, en sí misma, es un aprendizaje, que va incluso más allá de la muerte.
Para todas las estrellas que brillan en nuestro universo particular…
Gracias a Librería Llum de Lluna por el regalo de haber puesto este libro en mis manos…
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2 Comentarios
Me ha encantado !(mcsal)
Gracias Carmen