Le tenemos manía a la tristeza, la sociedad no la quiere, la esconde entre mil emociones positivas diferentes, incluso preferimos a alguien lleno de ira porque así parece que, al menos, “está vivo” o que “se le ve venir”, pero a la tristeza nadie la quiere…
Es tal el rechazo que se le tiene a la tristeza que hasta se han inventado el día más triste del año que, según el cálculo de su inventor, resultaba ser el tercer lunes de enero, o sea, hoy. Un sinsentido más de nuestra sociedad consumista que no tiene otra cosa en la que pensar: poner etiquetas a todo. Pero también, algo que aprovechan todos aquellos que viven a costa de nuestra ansia por encontrar felicidad, aunque sea comprando algo, y nos ponen en bandeja ofertas a diestro y siniestro para que “nos sintamos mejor”…
Pero a ver…. “si se supone que este día es el más triste porque estoy endeudado hasta las cejas tras la vorágine consumista de las navidades, entonces, si vuelvo a comprar para sentirme mejor, y más feliz, seguiré endeudándome más, y entonces, seguiré más triste… y compraré más… y…” si, contra más se analiza, más estúpido parece, lo sé… o no, depende del interesado.
Hoy en día, los padres nos hartamos de hablar sobre las emociones y su gestión con nuestros hijos pero, sobre todo, de lo que más hablamos es sobre lo que tiene que ver con canalizar la ira o sobre cómo enseñar a empatizar con los demás, porque parecen más difíciles de aprender, de controlar o de fijar, pero no vemos tanta necesidad de hablar a nuestros hijos sobre la tristeza porque los niños siempre están alegres y contentos, ¿verdad? Pues a lo peor, nuestros hijos se sienten tristes por algo y como no saben qué es eso que sienten, pues se enfadan y arremeten con todo: “ya está, lo que te pasa es que estas frustrado y te enfadas” Pues quizás, el origen no es la ira, sino la tristeza.
Alegría y su manía de cambiar el estado de ánimo a Tristeza (“Inside Out” de Disney)
Como ejemplo gráfico y absolutamente acertado tenemos una escena de la película de animación “Inside out”, donde a la pobre emoción de la “Tristeza” se la apartaba de todo, ¡es que era tan inoportuna, tan patosa, tan aguafiestas…! Hasta que hubo un momento en que “Alegría” se dio cuenta de que hay momentos en que ella misma no servía de nada, porque primero tenía que actuar “Tristeza” para recomponer el alma, soltar carga… porque, una vez que nos desbordamos y nos “limpiamos”, es cuando somos capaces de seguir adelante y sonreír.
Exigir a los niños (y en general a cualquier persona) que siempre estén contentos, solo genera personas autoexigentes y perfeccionistas que, precisamente, nunca llegan a ser felices al 100%, porque ya, desde la infancia, rechazan otras emociones (o no han sido enseñados a identificarlas) y se esfuerzan por ser aquello que les pedimos constantemente que sean: ser FELICES. Con lo cual, el mensaje que reciben es esforzarse por complacer a los demás, por recibir el reconocimiento de estar haciéndolo bien, sin pensar, en cómo se sienten de verdad o en lo que quieren ellos hacer de verdad.
Pero, nadie quiere a la tristeza, hasta tiene adjudicado el color azul, incluso se utiliza como nombre para las cosas tristes, sobre todo en inglés: baby blues, blue Monday… pero, la tristeza, al igual que los colores, tiene muchos matices…
Para trabajar la emoción de la tristeza y todos sus matices, nuestro último descubrimiento ha sido el cuento “Los tentáculos de Blef – Tristeza” de la editorial Emonautas, una editorial de literatura infantil respetuosa especializada en cuentos de educación emocional y en valores. De hecho, este libro pertenece a una colección con las distintas emociones que vive su protagonista, el extraterrestre Blef, cuyos tentáculos nos indican cómo se siente.
Actualmente hay distintos cuentos que trabajan los colores para ayudar a los niños a identificar las emociones, no es nada nuevo, pero dependiendo de la historia, pueden transmitir mejor o peor su mensaje porque, como siempre, cada niño es un mundo y tiene sus gustos a la hora de enamorarse de una historia.
Tenemos más cuentos en casa sobre las emociones basadas en los colores (como este sobre las rabietas), pero este de la historia Blef se ha convertido en uno de los favoritos de mi hijo. Quizás ha sido por la manera en que, tan hábilmente, sus autoras han sabido mandar el mensaje de los matices de la tristeza a través de los tentáculos de Blef, y para mi hijo eso de ir descubriendo en cada página de qué color tiene los tentáculos Blef es fascinante… si queréis, él mismo os relata el cuento en este vídeo improvisado que hicimos hace un par de semanas justo antes de ir a dormir:
Lo que más nos ha gustado de este libro es como enseña las sensaciones que nos transmite el cuerpo cuando estamos tristes, las distintas emociones que se entremezclan con la tristeza, la importancia de buscar consuelo y apoyo en nuestros seres queridos y, sobre todo, la necesidad de llorar para poder descargar toda esa tristeza, con esa calma y liberación que sentimos después de hacerlo, pero también, que no siempre se llora cuando estamos tristes, sino también cuando nos inunda la alegría.
Lo mejor y lo que hace diferente a este libro, y a todos los libros que podéis encontrar en Emonautas, es la guía pedagógica para padres y educadores que podéis encontrar al final de cada libro y sin la que no podríamos haber sacado tanto partido a este cuento, me parece un extra muy acertado e indispensable que debería de acompañar a cada cuento, sobre todo los que tratan de educación emocional. Además, los cuentos de Blef también tienen espacio para que pinten a Blef con los colores que los niños quieran e, incluso, también pueden recortar a los personajes del cuento, lo que les permite montar más historias con ellos.
Os invito a echar un vistazo a la web de Emonautas para que descubráis todos los títulos y temas que tienen, de hecho, ya he recomendado su libro “Burbujas” en el post que tengo dedicado a libros de maternidad y embarazo, ya que es un cuento estupendo para que la embarazada cree vínculos y se comunique con su bebé, o también explicar la llegada de un nuevo hermanito e incluso para hablar de los límites y del espacio personal de cada uno, ¡casi nada! Además también lleva su correspondiente guía pedagógica, ¡es una pasada!
Y tu, ¿cuántos colores tienes hoy?
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2 Comentarios
Un post estupendo. Estoy totalmente de acuerdo con la reflexión que haces en relación a la tristeza. Es algo similar a lo que ocurre con el dolor, sentimientos y sensaciones que la sociedad no quiere ver, que pretende esconder, pero que son naturales y necesarias, a veces incluso útiles para detectar otros problemas más profundos. Siempre diré que para mí el peor sentimiento es precisamente el de no poder sentir nada, ni siquiera la tristeza, perdiendo con ello la capacidad de exteriorizar y liberar lo que nos oprime. Después de que esta chapa sólo me queda mandarte un abrazo Jejeje
Que dices de chapa! Es un comentario excelente! Suscribo cada palabra! Gracias por pasarte por aquí!