Una situación que se da muchas veces en nuestra casa es que, cuando vamos a darle un abrazo a nuestro hijo pequeño, siempre nos detiene y nos dice que llamemos a su hermana mayor para poder hacer “un abrazo de familia”, sino no hay abrazo. Él, a sus 4 años y medio, tiene tanta sensibilidad y tanta empatía como para pensar que sin su hermana no estamos completos, la familia no está completa.
Muchas veces su padre y yo nos paramos a pensar si es que el pequeñajo es así porque tiene ese carácter tan sociable y tan cariñoso, o si tiene más que ver con cómo lo hemos educado o con el ejemplo que ha visto en casa, ya que nunca nos hemos ocultado ante nuestros hijos a la hora de darnos un abrazo, hacernos una caricia o simplemente bailar en medio del salón… ya lo hacíamos mucho antes de tener hijos o incluso antes de estar casados, ¡ufff, habremos bailado tantas veces en medio de la calle, sin música ni nada!
Entonces, ¿somos los padres los que transmitimos esa manera de dar cariño?, ¿uno nace o se hace cariñoso? En mi caso, se podría decir que nací cariñosa o con cierta facilidad para socializar, para tener empatía o para saber identificar mis emociones, porque en mi casa, con unos padres con edad de haber sufrido la posguerra, diría que no tenía un gran ejemplo a la hora de expresar emociones. Admiro a mis padres por encima de todas las cosas, pero he de reconocer que nunca fueron muy generosos a la hora de expresar su cariño, aunque lo sintieran por dentro de la misma manera en que yo lo expreso a mis hijos. Supongo que, ante todo, el ser humano es un ser de costumbres, y soy capaz de entender que en su niñez, en una época donde la crianza autoritaria era la única opción, sus padres, o sea, mis abuelos, serían también muy parcos en muestras de cariño y afecto hacia ellos, y al final, como siempre, del ejemplo, de lo que de niños vemos en casa, se acaba aprendiendo.
En base a todo esto, podría decir que yo he nacido así, sociable y cariñosa, pero pienso que es mas una cuestión de cambio generacional, de haber estado expuesta a una sociedad más abierta y a otros estímulos, a otros modelos de conducta, como por ejemplo, haber recibido una educación académica mas moderna o incluso haber visto la televisión con series infantiles que, ya en los años 80, enseñaban a tener empatía hacia los demás… quizás también, podría achacarse a que en mi época había que “sobrevivir” menos y era más factible centrar el pensamiento en otro “alimento”, que es sin duda, el afecto.
Precisamente, esta última idea me recuerda la Teoría de “La economía de las caricias” del psicoterapeuta Claude Steiner, que explica los efectos que produce en el ser humano, crecer, desarrollarse y vivir, dependiendo de la abundancia o escasez de signos afectivos que reciba. Y es así… los seres humanos para desarrollarnos también necesitamos la caricia externa, no solo el contacto piel con el piel.
También es necesaria una mirada, una sonrisa, un gesto amable, un mensaje, una mano en el hombro, un reconocimiento… porque el cariño y el afecto también son un alimento indispensable. De no recibirlo, el ser humano desarrolla mecanismos instintivos que lo lleva a reclamar ése afecto a cualquier precio, es lo que se llama “caricias negativas”, cuando preferimos un grito a la nada, porque ése grito, al menos, nos hace sentir que existimos.
Campaña solidaria “La otra economía” de Divina Pastora Seguros
Este vídeo pertenece a la preciosa campaña solidaria “La otra economía” de Divina Pastora Seguros. Esta campaña se basa en la teoría de “La economía de las caricias” de Claude Steiner, que ya os he explicado anteriormente, resaltando que el amor que nos dan cuando somos pequeños marca el resto de nuestras vidas, pero también es cierto que el amor que entregamos a las personas que encontramos en nuestro camino nos hace ser más felices y, por tanto, más ricos.
Con la práctica de “La Otra Economía” descubriremos que cuánto más gastemos más ingresos tendremos y, por tanto, cuanto mejor gestionemos nuestra otra economía, más felices seremos. Y para ayudarnos a gestionar nuestra “otra economía” en casa, desde Divina Pastora Seguros me hicieron llegar una caja que contenía, simplemente, un dietario para llevar la contabilidad… pero no de las finanzas monetarias, sino de las finanzas del cariño:
“Recuerda y anota tus ganancias en el día de hoy. ¿Cómo te has sentido?”
“La otra economía” es una campaña para lanzar un mensaje de concienciación al mundo y animarnos a todos a que descubramos el poder de esta “economía del cariño”, gastando sin límites, amando sin límites. A través de esta plataforma, Divina Pastora ha creado un banco donde podréis depositar vuestro tiempo para compartirlo con las personas que más lo necesitan, colaborando como voluntarios en proyectos concretos de 4 ONG’s/Fundaciones que os detallo a continuación:
(Pincha para ampliar cada imagen)
A cambio, recibiréis unos beneficios increíbles porque vuestra ayuda se convertirá en sonrisas, palabras de agradecimiento y abrazos que os harán inmensamente felices.
¿Te animas a invertir en La Otra Economía?
Yo lo hice desde el primer instante en que supe que iba a ser madre, invirtiendo cada día en la economía del cariño. Sólo he intentando dar amor, cariño, afecto y comprensión a mis hijos, no se hacerlo de otra forma. Creo firmemente que criar a nuestros hijos con ejemplos claros de cariño y empatía hacia los demás los convertirá en mejores personas, porque no hay mayor meta en la vida que la de ser una buena persona. Y no por ello se es más débil, al contrario, para llegar a ser una buena persona, primero hay que quererse y comprenderse a uno mismo, conocer y controlar nuestras emociones y alimentar nuestra autoestima, porque ella nos hace fuertes y capaces, y eso nos puede ayudar a alcanzar todos nuestros sueños.
Como padres está en nuestra mano transmitir esta enseñanza y no es tarea fácil cuando cada uno llevamos a cuestas nuestras propias “mochilas emocionales”, pero en cuestiones de amor, de respeto y de empatía no hace falta tener una carrera universitaria y, a veces, son nuestros hijos los que nos sorprenden y nos enseñan esos valores, como cuando te piden “un abrazo de familia”, para que estemos todos juntos, con tan solo cuatro años y medio… y es entonces cuando comprendemos que el aprendizaje es mutuo y constante y un aliciente para desterrar todas esas culpas y esas dudas sobre si lo estamos haciendo bien como padres y madres.
“el egoísmo verdaderamente inteligente, es hacer que los demás estén muy bien para que tu estés algo mejor” Oscar Wilde
Yo ya he decidido, lo hice hace tiempo, y tu ¿te decides?
HAZTE VOLUNTARIO
QUIERE. VUELA. NO TE DETENGAS.
No te pierdas nada!! Suscríbete a la newsletter!!
2 Comentarios
Precioso post! Tienes razon en que las personas necesitamos cariño y que desde pequeños ayuda a desarrollarnos felices y con autoestima.Incluso para las personas que dé por si no somos muy cariñosas,cualquier pequeño gesto vale. (mcsal)
Una mirada Carmen… tu mirada… te lo he dicho taaantas veces. Tu hablas con los ojos, igual que Papá… cada persona tiene su manera de comunicar el afecto y el cariño, no todos utilizamos las mismas herramientas, pero lo importante es que le mensaje llegue… Mil besos, guapa!