La Navidad me estresa. Con tan sólo escuchar la palabra se me acelera el corazón, y no precisamente de felicidad. Esa sensación me entristece y me hace preguntarme a donde fue a parar mi emoción por la Navidad, esa que recuerdo de cuando era niña, cuando la Navidad te iba “empapando” el alma y el espíritu mientras ibas contando los días para su llegada, sintiendo el cambio de estación con su olor a leña de las chimeneas, su decoración en las calles, su música en el ambiente y esas postales llenas de buenos deseos escritas de puño y letra o aquellas interminables cartas a los Reyes Magos pidiendo regalos de los que sabías que, como mucho, llegaría uno de los que querías y otros tantos de “lo que ustedes quieran” … y todo aquello era suficiente para vivir la Navidad.
¿Acaso la Navidad es algo que sólo pertenece a los niños? ¿Nos hacemos adultos y nos la extirpan de cuajo?
No a todos nos pasa, conozco adultos que la siguen viviendo intensamente, respirando la Navidad por todos los poros de su piel, contando los días para sacar del trastero el árbol y los adornos de Navidad, con esa sensación de tradición inquebrantable.
Recuerdo cuando mi madre también se quejaba de que la Navidad le daba mucho trabajo, que no la disfrutaba nada y ahora me veo repitiendo sus mismas palabras. ¿Será cosa de ser madre? No le echo toda la culpa a esa condición, aunque sí que es cierto que el hecho de ahora tener que organizar las celebraciones y comprar los regalos sea muchísimo menos emocionante que cuando mi única preocupación era contar los días para que todo, de forma “mágica”, llegase a mis manos.
Quizás sea eso, que la Navidad, lejos de ser un deseo se haya convertido en una obligación, impuesta desde distintos frentes, es otra carrera de fondo más que correr para rematar un año, ya de por sí, lleno de carreras diarias.
Luego, la parte más comercial de la Navidad tampoco ayuda poniéndote los turrones en las tiendas casi en septiembre o casi obligándote a comprar los regalos dos meses antes porque, si no te aprovechas de los mega descuentos de compra anticipada, es que eres realmente tonta, y te ves empujada por la inercia del marketing navideño comprando y empaquetando regalos de Navidad en camiseta de manga corta.
Pero, ¿esto qué es? ¿dónde está la esencia de la Navidad? ¿dónde está la emoción de la espera? ¿dónde está el espíritu navideño que te empuja a hacer un regalo inesperado para llenar de ilusión a otra persona?
La esencia de la Navidad está sepultada debajo de un montón de presión, bien sea por no dejarlo todo para el último momento, por poder tener o no, una comida copiosa y perfecta en la mesa, por tener que cumplir con unos familiares y con otros, por no encontrar el regalo más esperado, por intentar ahorrarte unos euros en maravillosos descuentos que, al final, sin darte cuenta, te hacen gastar incluso más dinero siendo presa de la impulsividad y el “por si acaso luego está más caro” o por llenar de actividades y manualidades la agenda navideña de nuestros hijos, los cuales también viven la Navidad con cierta presión por conseguir y hacer todo aquello que se espera de esta celebración, como dicen en las películas, los anuncios o el catálogo de juguetes , mientras abren las ventanitas de su calendario de adviento de forma compulsiva porque nadie les enseñó el valor de la espera, de la ilusión, de la sorpresa… de la esencia de la Navidad.
Ahora es cuando una se para a pensar si “cualquier tiempo pasado fue mejor”, quizás no lo fue en todo, pero en esto diría que sí. ¿Qué sentido tiene tanto exceso, tanta prisa, tanta inmediatez? Intentemos detenernos, intentemos reflexionar, retrotraernos al pasado, revivir aquellas sensaciones de cuando éramos niños, ¿recuerdas cómo, con tan poco, eras realmente feliz? Quizás la esencia de la Navidad sea simplemente eso, un sentimiento que debería… ser sentido.
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3 Comentarios
La esencia de la Navidad se pierde conforme te vas haciendo mayor por diferentes cosas, pq ya sabes quien esta detrás de los regalos, por lo tanto ya no hay emoción, por la falta de seres queridos en las obligadas reuniones familiares, que a mi particularmente me llegan a hacer llorar cada vez que nos juntamos y además si la situación económica no acompaña para tratar de complacer sólo a tu única hija, ya directamente se te parte el alma en dos, eso nos ocurre a los adultos en NAVIDAD triste pero cierto, es meramente tristeza y comercialidad, por eso no me gusta ni mi cumpleaños, por que está cerca de estas fechas y todos los años pido dormirme un 23 d Diciembre y despertar un 8 de Enero, por que las odio, sino fuese por mi hija, no haria nada. Ana Roberto.
Bueno, aquí escribe una aludida jaja, abogada y defensora a ultranza de la navidad. Sí, a todos la navidad nos vuelve más sensibles, es una época del año en la que te puedes venir arriba o abajo, las emociones están a flor de piel. Por lo que sea, la magia de la navidad causa sus efectos, pero una vez alguien me dijo que yo tengo unos casilleros, donde coloco cada cosa en el casillero bueno o en el malo. Supongo que alguna vez metí la navidad en el casillero bueno, porque suceda lo que suceda, siempre será bonita para mí. Nos empeñamos en ver el lado oscuro, incómodo, negativo, pero tiene mucho de positivo, al menos hacemos balance y un estudio de introspección. Al menos nos hace sentir vivos y humanos… a mí sí.
La esencia de la Navidad de perdió en el camino a la madurez donde se pierde la inocencias y te das de morros con la vida real (mcsal)