¿Cómo te sentirías si para entrar en un sitio, para formar parte de una comunidad o simplemente para poder jugar te tuvieran que obligar a quitarte un trocito de ti mismo?
Seguramente muchos habréis leído el libro o visto el vídeo del cuento “Por cuatro esquinitas de nada” de Jérôme Ruillier publicado por Editorial Juventud, donde relata una historia de un cuadradito que tenía muchos amigos redonditos y cuando acaban de jugar se van todos a una casa pero que tiene la puerta redonda. Todos entran menos Cuadradito, evidentemente. Él intenta cambiar, adaptarse al tamaño de la puerta para poder ser como los Redonditos, pero es imposible, por mucho que se estire o se doble, no cabe por la puerta. Sus amigos, los Redonditos, empiezan a pensar que la única solución es quitarle las cuatro esquinitas a Cuadradito pero, ¡eso dolería mucho!. Cuando los Redonditos se ponen a pensar y sobre todo, a empatizar con su amigo Cuadradito, llegan a la conclusión de que lo que tienen que cambiar, ¡es la puerta!
Es un cuento muy sencillo, con ilustraciones muy simples, pero con un mensaje sobre la inclusión social realmente potente, un mensaje que, hoy en día, en pleno siglo XXI todavía no cala al 100% en nuestra sociedad. Para muestra, la noticia que me habréis visto compartir en las redes sociales del blog sobre nuestro querido vecinito Jorge de 6 años, sordo de nacimiento y con implante coclear desde que tenía 1 año de vida. Muchos de vosotros ya habréis leído el post que escribí sobre él para contar su historia de superación y para apoyar la campaña y recogida de firmas “Oír es un derecho, no un lujo” , para conseguir que el mantenimiento de sus implantes también esté subvencionado por la Seguridad Social.
Cual es mi sorpresa cuando Sonia, su madre, nos cuenta que ayer a Jorge le fue vetado el acceso a la zona de juegos infantil del centro IKEA de Alfafar (Valencia) simplemente por no quitarse los audífonos que lleva siempre, normal, los necesita para escuchar absolutamente todo y sólo se los quita para dormir. Por supuesto, ella le explicó a la encargada de la zona infantil que sin los audífonos Jorge no podía oír nada, que ya había entrado en zonas infantiles de otros IKEA de España y que entendía que tuviera que firmar algo donde ella se hiciese responsable de la rotura o pérdida de los aparatos, pero que por favor, no le prohibiesen la entrada a la zona de juegos. Aun así, la negativa se mantuvo y como única opción sólo pudieron poner una reclamación. Una piensa que es sólo cuestión de una persona, de ésa empleada que no defiende la filosofía familiar de IKEA, pero cuando va al Departamento de Atención al Cliente y, una vez expuestos los hechos, te dan la misma solución, poner una reclamación que quizás se pierda en un cajón, sin una llamada inmediata al responsable del centro, es que parece que este fallo no es solo de una persona… es que quizás, en su día, hubo un gran fallo de selección de personal, no, es que quizás no hay una supervisión eficiente del cumplimiento de esa filosofía, no, es que quizás la filosofía de IKEA, ésa que nos quiere tocar la fibra en cada campaña alabando las bondades de pasar tiempo en familia, es como podemos intuir, sólo eso, una campaña de marketing para vivir en familia pero sentados en uno de sus sofás…
Según la política de IKEA que aparece en su web, sí que defienden los derechos de los niños y que actúan para conseguir los cambios y mejoras necesarios para que así sea… Uhmmm, habrá que trabajar un poco mas, ¿no os parece?
Por supuesto, el disgusto de los padres de Jorge fue mayúsculo, y ahí estuvieron intentando explicarle como pudieron por qué esa señora no le dejaba jugar dentro del parque infantil como los demás niños, pero… ¿Y Jorge? ¿Cómo se sintió Jorge ante semejante discriminación? INDIGNADO. Ésa fue su palabra, mas llena de conocimiento y sensatez que esa señora y que una gran multinacional… Él no entendía por qué no le dejaban entrar, por qué tenía que quitarse algo que forma parte de él y que es una herramienta fundamental para comunicarse, sociabilizar y sentirse seguro… es su única manera de escuchar… LA VIDA.
A mi esto me recuerda mucho al cuento que os contaba al principio… “¿por qué no te quitamos las cuatro esquinitas y así podrás entrar?”
Para mi Jorge, es como si fuese mi propio hijo, no en vano, tiene los mismos años que tiene “mi estrella” y para mí es el ejemplo vivo de cómo un niño con discapacidad (como seguro habría tenido mi estrella de haber sobrevivido) lucha cada día por ser parte de este mundo, mas allá de un cuerpo en movimiento. Ha luchado a través de complicadas operaciones quirúrgicas, de un sinfín de terapias para aprender a escuchar y a articular las palabras, de “ponerse al día” con su lenguaje y su inclusión social con un montón de tiempo de desventaja… Un bebé nada mas nacer, ya interactúa con la vida, con los sonidos que escucha, que emite y que reproduce… parte de ese proceso se quedó en pausa para él, pero nos ha demostrado a todos que es un superhéroe, mucho mas que Spiderman, uno de sus favoritos, por cierto. Para mi, es emocionante escucharle hablar mientras te mira con esos enormes ojos azules llenos de energía y vida, ver en todo lo que se ha convertido, no sin esfuerzo diario y muchísima inversión de tiempo y dinero por sus padres, Jorge y Sonia.
Pero lo mas tremendo de todo, es que no sólo le han enseñado a hablar y a escuchar, sino a ser fuerte y a comprender que él es igual que todos los demás, no, es mejor que muchos de los demás, porque lo imposible él lo ha hecho posible. Sus padres le han hecho sentirse GRANDE y capaz de todo, pero esta sociedad enferma y carente de empatía, le regala “momentos estelares” como los de ayer en IKEA donde le hicieron sentirse no pequeño, sino INSIGNIFICANTE… peor, INVISIBLE. Ahora ve, y reconstruye todo ese castillo de emociones derribado hasta su minima expresión…
Todos y cada uno de nosotros, como seres que pertenecemos a una sociedad avanzada (o eso tendría de ser) deberíamos ser mas conscientes de las cosas que hacemos y decimos a los demás, porque, cualquier día, nos podemos cruzar con un pequeño Jorge… Revisemos nuestro discurso y nuestros valores, y sobre todo defendamos la empatía, la colaboración y la inclusión social de aquellos a los que cada paso que dan en esta vida les supone un esfuerzo sobrehumano por ser iguales que los demás… aunque, en realidad, nosotros deberíamos de parecernos mucho más a ellos.
#TodosSomosDIFERENTEStodosSomosIGUALES
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7 Comentarios
Que fuerte que se le niegue la entrada a un sitio de juegos a un niño por tener esa discapacidad, cómo muy bien indicas la misma hace que éste niño sea más grande que muchos de nosotros y ése día le desmontaron su mundo, no lo conozco, pero te puedo asegurar que si yo hubiera estado al lado de esos padres cuándo le dan la negativa de entrar a la sala de juegos de la MEGA-INTERNACIONAL MARCA los hubiera defendido a capa y espada y le hubiera dicho a la señorita que si no tiene sentimientos lo primero y lo segundo que no tiene conocimiento ni racionalidad, lo siento pero éstas cosas me enervan mucho. Ana Robert.
Uffff yo creo que me habria puesto igual! Es injusto!
Me parece vergonzoso lo que ha pasado. Es lo más suave que puedo decir. Y más cuando estamos hablando de una marca tan conocida y más cuando ellos pregonan que adoran a las familias y a los niños. Mentira! Ningún niño debería ser vetado por ninguna circunstancia. No sé cómo hubiera reaccionado pero muy mal seguro. Qué horror. Es que no puedo dejar de pensarlo!
Sus padres reaccionaron con calma por el niño, que no por ganas de pegar unos cuantos gritos, no te creas… fue una situacion muy dolorosa.
Da mucha pena escuchar historias así. Porque te das cuenta que las oportunidades para todos por igual es algo tan de mentira y tan de boquilla como la igualdad de género a pie de calle. Pero sigamos luchando unos cuantos por cambiar las puertas, no quitar las cuatro esquinas….
Sin duda, asi es, todo de boquilla! Pero es lo que dices, hay que seguir trabajando por la inclusion social dia a dia, desde bien pequeños.
Madres mia que injusticia! Ha esta sociedad le queda mucho por aprender.