Hoy, como siempre, me he levantado de madrugada para ir a trabajar y, antes de hacer nada más, he pasado por la habitación de mis hijos para contemplar a un pequeñajo de 4 años que ayer me derribó, me rompió los esquemas y me dejó sin argumentos tendida en mi cama con lágrimas de total frustración y, arropándole con un beso, me he despedido hasta más tarde, con un pinchazo en el corazón y un pensamiento… “y, sin embargo, le quiero”.
Ayer tuvimos un encontronazo, un choque de fuerzas, los frikis lo llamarían “una perturbación en la fuerza” aunque más bien fue como reventar la “Estrella de la muerte”. Podríamos echarle la culpa a que ya está aburrido de tantas vacaciones, a que quiere volver a su rutina, a que estaba cansado, a que su mente lo quiere todo y lo quiere ipso facto, incluso podríamos echarle la culpa al eclipse solar de ayer… Se mascaba la tragedia desde primeras horas de la tarde…
¡BOOOOM!
Y sin embargo pasan los años y no mejora… pasas los “terribles dos años” pensando que a los tres lo habrá superado, pero llegan los “infernales tres años” y piensas que con 4 años ya estará solucionado, pero no. Vivimos en una continua versión extendida de las rabietas, los gritos y los lloros… Piensas, “es solo una etapa, pasará” y si, la etapa pasa, y llega otra, y otra… y llega un nuevo reto para nosotros, y otro más, y otra técnica a probar, y otro error, y otra culpa… y cuando te das cuenta, el niño se te ha hecho mayor… y vuelves a culparte y a lamentarte. Debe de ser la penitencia de cada padre y de cada madre.
Y es así… lejos de echarle la culpa a un niño de 4 años te la echas a ti mismo, a tus espaldas, porque eres “mal padre” o “malamadre”, porque caes una y otra vez en los mismos errores, porque lo intentas con esta técnica y la otra, reforzando la parte positiva de lo que hace, pero es que la negativa es tan evidente y tan a “mala leche” que te ves en la diatriba de si realmente es un niño pequeño que no sabe lo que hace o si es tan inteligente que te ha “tomado la medida”… Aaaah, ya salió la frase. “Si es que os toma el pelo”, como diría la abuela, “si es que claro, andáis de juegos y risas con él y luego ¿cómo queréis que os haga caso cuando os ponéis serios?” de la otra abuela, “sí es que ese niño necesita límites” de la vecina del 5º y la frase estelar… (redoble de tambores) “¿No tendrá TDAH o Déficit de atención?” de la profesora de una academia de repaso a la que NO llevé a mi hija, evidentemente. Ufff, me ponen mala las etiquetas.
Y aun así, se te pasa por la cabeza… “¿no será que tiene…?” y automáticamente niegas con la cabeza y te resistes a caer en la etiqueta, porque conoces a tu hijo muy bien, sabes cómo son los patrones de diagnóstico (esos que tan a la ligera se adjudican) y sabes que tu hijo es solo un niño de 4 años inquieto, explorador, desafiante, con mucho carácter, muy inteligente y un pelín suicida… pero que te llena de besos en cualquier momento del día, no para conseguir nada, sino porque te adora y te quiere tanto que si pudiese se metería dentro de ti otra vez… porque él se expresa así también, regalando amor y sonrisas a cualquiera que se cruza en su camino… si tuviera que ponerle una etiqueta sería: INTENSO, porque todo lo vive así, a tope, a “full”, al límite.
“No, es No” como diría alguno por ahi… ¡igualito que mi hijo! (Ilustración by Supersinglemami)
Tenemos hijos para quererlos, para amarlos, porque son eso, una expresión básica de nuestro amor… yo los he cogido en brazos hasta hartarme, he hecho colecho, les he dado teta hasta que he querido (o me ha dejado el sistema laboral, más bien), he jugado con ellos cuando me apetecía (o me obligaban con cara de gatito de Shrek), pero también he reñido, he puesto límites, he dicho muchos “NO”, a la vez que también he hecho promesas, “amenazas”, premios y castigos, economía de fichas, he bajado la guardia ante sus deseos, me he leído libros, posts, artículos de mil pedagogías para aprender a hacerlo mejor… he hecho, ¡DE TODO!
Y, sin embargo, no siempre funciona… Y, sin embargo, le quiero. Les quiero, a ambos.
Y ante tanta debacle en un día, cuando “mi niño INTENSO” apagó su furia y se durmió de puro agotamiento físico y emocional, tanto su padre como yo, nos recogimos en nuestros rincones para recomponer nuestros pedazos, llorar un rato para descargar (porque llorar es bueno y no hay que ocultarlo) y repasar cada una de las palabras, las acciones, los gestos, etc… que hicimos mal y nos dejamos ahogar, de nuevo, en nuestra culpa, pensando que mañana, quizás, será mejor, que lo haremos mejor.
Y en ese rincón donde me hallaba, vino mi hija mayor de 9 años a regalarme su consuelo, a preguntarme porqué lloraba, a abrazarme e incluso a enseñarme sus técnicas infalibles ante un ataque de rabia y frustración: “mamá, yo cuando me siento así cojo una almohada y la apaleo, o hundo mi cabeza en ella y grito”… y ahí, justo ahí, es cuando me quedé anonadada pensando que nadie le ha enseñado esas técnicas (al menos ni su padre ni yo) y que quizás las encontró ella misma, en esa inteligencia emocional que hemos ido “regando” cada día, con explicaciones y ejemplos varios… y si, el orgullo empezó a florecer entre tanta frustración de madre, y para rematarme me dijo “¿ya te encuentras mejor? ¿Si? Entonces, ya puedo irme a mi cama, buenas noches, te quiero mamá”.
Solo faltaron las fanfarrias y los aplausos de fondo… He ahí la muestra que te recuerda que, aun habiéndole educado igual que a su hermano, aun metiendo la pata mil veces también con ella, aun habiendo llorado también mil veces de frustración por alguna de sus rabietas, aun así… existe la RECOMPENSA.
Este post no te ha contado nada nuevo, como ves hay varios enlaces a muchos post que ya he escrito con las mismas conclusiones o incluso con las mismas dudas y preguntas sin respuesta. Aunque nos sintamos la peor madre o padre del mundo o, en mi caso, la peor blogger de familia y educación que existe porque no atina ni con sus propios consejos (que simplemente intenta crear comunidad, “tribu” o “consuelo de tontos”, como lo llamarían otros) tenemos que ser conscientes de que, lamentablemente, no existe varita mágica para solucionar estas situaciones familiares, porque depende de cada niño, de cada familia, de cada bagaje personal, de cada situación y de donde nos pille… de que todo sirve y nada también.
Recuerda que el aprendizaje no es solo para tus hijos, también lo es para ti… crecemos juntos en nuestras facetas individuales y de vez en cuando, como toda relación humana, chocamos, salen las chispas, reflexionamos, pedimos perdón y aprendemos para la próxima vez. Ensayo y error, no hay más fórmulas.
Simplemente por cuestionarte cada día, por intentar hacerlo mejor después de cada error, te aseguro, que ya LO ESTÁS HACIENDO BIEN.
Y sí, también me lo estaba diciendo a mí misma.
No te pierdas nada!! Suscríbete a la newsletter!!
10 Comentarios
Ufff….. me has dejado rota…… mi terremoto, mi princesa, es una pequeña pila alcalina de las que duran y duran y duran…… y algun momento confieso ke la he puesto los dibus porke ya no podia mas, que la he dejado con su abuela, mas por rabia y cansancio que por necesidad, porque ya estaba hasta las mismisimas….. pero luego llegan dias como el de hoy, que esta malita y solo quiere a su mami, acaba de aprender a decir “mama” y se ha pasado el dia llamandome con lagrimillas la pobre…… ahi es cuando lloramos juntas, ella por la vacuna y yo por sentir tanto esos ratos de abandono…….
Si es ke no tenemos remedio!! Hay dias que como el perro del hortelano, que ni contigo ni si ti! Pero es lo ke hay!
Gracias wapa por compartir estas cosillas con nosotras!!!
Las que hagan falta Rocío! A veces se puede pensar que desde mi posición, por todo lo que cuento, todo es tan sencillo, lo explico tan bien, se de tantas cosas, pero la realidad es esta. Yo me he leido muchas cosas sobre crianza, y por lo que sea retengo bien toda esa informacion pero luego aplicarla en casa es harina de otro costal. Es como cuando te lees libros durante el embarazo y luego te sale el bebé que te sale y no se parece nada al de los libros… Y esto es asi, un aprendizaje continuo. Esta bien leer libros, documentarse, aprender nuesvas tecnicas de crianza, pero luego hasta que no las poenmos en practica con nuestros hijos no se puede jurarque es la panacea… ensayo-error, porque todos somos diferntes, y hay que aprender a convivir y a conocerse mutuamente. Y haces bien en desconectar de vez en cuando de tu bebé, las abuelas molan mucho y ese vinculo también hay que fortalecerlo y a ti ese despeje te hace reponer baterias para seguir el resto del dia. Un besazo!!
Yo estoy tb en esa fase con el peque. Y si están los dos juntos se pelean, se pegan, se hablan mal. Y mo atienden a nada!!
Serán etapas, espero capearlas y que ellos aprendan mucho.
Besos
Ufff, yo ya llevo una por dia con mi niño intenso, tiene que ser ya el calor o la falta de cole y rutinas, porque ya no me lo explico!
Tenías razón al decirme esta mañana en Buenos días Madresfera que me sentiría más identificada con tu post. El mío tiene 3 años y 7 meses, va a empezar el cole (que falta le hace) y sea por el agotamiento, por calor o por aburrimiento, o simplemente porque es intenso, que nos lleva al límite miles de veces y me hace ponerme en “modo ogro” y romperme y pensar qué estoy haciendo mal. Muchos ánimos y besos, compañera!!!
Ayss, gracias por pasarte y leerlo! Sii, al ver lo que decias en el chat he pensado que justo te pasaba lo mismo que a mi, tal cual lo relato en este post! Me alegro que te sientas identificada y que, al menos, te haya hecho sentir menos sola y menos mala madre! Un besazo compañera!
Ayyyy… Esque no hay mejor palabra q les describa q INTENSO. Me ayudó un montón la película “del revés” para entenderles (y sobre todo comprender la adolescencia). Cuando mi pichíbiri se pone de rabieta de libro, me imagino al bichejo de ira ardiendo en su interior. Y luego me pongo el “respira” de Miriam Tirado en mi mente. Llevo dos días así, y no va mal
Jajajaja… creo que todas tenemos a Miriam Tirado en plan “Pepito Grillo” susurrándonos el “respiraaaaa” al oido!! Si, la peli “Del revés” lo explica muy bien…. Un besazo!!!
Entiendo perfectamente tu definición de “intenso” y es que es una palabra que suelo usar con el mío también. Sólo tiene 17 meses pero ya nos descuadra a sus abuelos y a mí. Hay días que, simplemente, no puedo, no llego. Me agota. Y pienso en eso, que sólo tiene 17 meses. Y que, a dónde vamos a llegar? Qué importante es, desde ya, poner límites y evitar que vaya a algo más.
Ya sabes, si has leido el post de las rabietas que hay que poner limites pero razonables y no absolutamente a todo y ademas de momento ni si quiera va a integrar el concepto de lo que esta bien o mal, eso sera a partirde los 3 años. Asi que mucha paciencia, y respira!! 😉