Hoy, el dia, me ha dado de golpe… ¡ZAS!!!…. Asi, en toda la cara…. bueno, como casi todos los días.
A raíz de este artículo de El País sobre el tiempo de calidad (con el que estoy totalmente de acuerdo) me he parado a reflexionar sobre el tiempo de calidad con mis hijos y me he dado cuenta de que realmente, no lo encuentro, de que son tan escasas ésas migajas de las que hablaba el artículo que resultan casi imperceptibles e insuficientes, al menos desde mi punto de vista, no sé qué pensarán mis hijos sobre ese “tiempo de calidad” o, mejor dicho, llamémoslo “tiempo” a secas porque yo no le veo mucha “calidad” a esos momentos en que la vorágine de mi día a día me permite desenchufarme de este “Matrix” productivo para la sociedad en el que vivo y consigo detener el tiempo y conectar con ellos, conectar con la realidad que verdaderamente me gusta vivir a cada instante, aunque sea conectar con un simple abrazo, con un “te quiero” o con un beso.
Y es que, francamente, el tiempo de calidad se lo dan otros… los compañeros de clase, las extraescolares o los abuelos (benditos abuelos). Aquí la menda se levanta de buena mañana y ya toca “repartir niños” hasta las cinco de la tarde sea verano, invierno o vacaciones, da igual, porque sus vacaciones no coinciden con las mías y a veces sus festivos tampoco, ni si quiera sus horarios. Y ese rato entre que se levantan y hago el “reparto” es de todo menos de calidad: prisas, llantos, agobios, más de un grito… y cuando, por fin, los dejo en la puerta del colegio nunca falla, me asalta esa temida sensación de culpa, para variar, porque acabo de desperdiciar una hora de las valiosisimas cinco o seis que comparto con ellos al día.
Cinco o seis horas… de 24, que pocas, ¿verdad?
Rara vez nos paramos a pensar cuanto tiempo activo pasamos con nuestros hijos, ya que, mínimo unas 8 horas de tiempo inactivo las pasamos todos durmiendo (con suerte), otras 8 horas trabajando, dos horas en ir y volver… en fin.
Y con ese pesar me vengo a trabajar a una oficina donde, entre papeles y ordenadores, a veces mi mente se “desenchufa” y se pone a fantasear sobre todas esas cosas que haré por la tarde con ellos: alguna de las cosas de los videos de manualidades que vi el otro día, acabar de leer el cuento que dejamos a medias la otra noche, sentarme con calma a escuchar la última historia sin fin de mi hija… aah…… ¡todo se ve tan bonito y factible en ese momento! Es como si el día tuviese 36 horas y todas las actividades encajasen…. Pero no.
Los recoges del colegio, de casa de los abuelos, o de donde quiera que te haya tocado dejarlos, para poder cumplir con la sociedad y trabajar para, sobre todo, poder pagar tus facturas (una de las cuales será la de las extraescolares, la de la guardería, la del colegio o la de lo que sea que hayas necesitado hacer para poder “conciliar” (maldita palabreja) y empieza la carrera de fondo otra vez.
Deberes, baños, cenas, lavadoras, recoge aquí o allá… Y luego oyes eso de “anda, déjalo para otro momento, disfruta de la vida, ¡disfruta de tus hijos!”. Vale, bien, hoy lo aparco todo pero mañana la montaña de “quehaceres” será más grande, y aunque en casa nos repartimos las tareas, me daréis la razón de que las escasas 5 o 6 horas de convivencia en familia no dan para mucho… siempre habrán excepciones, pero en fin, mi vida no es perfecta, ¡que le voy a hacer!
“Si de verdad quieres, puedes sacar tiempo para todo”. A veces me cabrea oír esa manida frase. Mejor no hablamos del “tiempo de calidad” para mí misma, ¿verdad? Porque no, no somos “superwomans” que llegan a todo… y si por alguna de aquellas llegamos, el cuerpo te pasa factura con una poderosa migraña de 3 días, ojeras de aquí a Lima, o ese estrés sobrecargado de todo el día que ¿quién lo acaba pagando? Tu marido o tus hijos, o ambos, no falla.
A lo mejor me compro una tortuga de tierra y le grito un rato… ains, ¡pobre animal!
Imaginaros el día que tengo que escribir un post para el blog, por supuesto, de noche, porque durante el resto del dia es im-po-si-ble (“si de verdad quieres, puedes sacar tiempo para todo” – retumba en mi cabeza) y mi hija viene diciéndome: “Mamá, ¿no íbamos a ver hoy ese video de You Tube para hacer pulseras?” (“si de verdad quieres, puedes sacar tiempo para todo” – otra vez) y yo le contestaba a la pobre “Mañana, hija, mañana” … y sabes que mañana seguramente tampoco podra ser, (“si de verdad quieres, puedes sacar tiempo para todo” -grrrrrr) quizás al otro… o no. Y te auto justificas con eso de “es que yo también tengo derecho a mi tiempo libre, para hacer mis cosas, para mis aficiones” (“si de verdad quieres, puedes sacar tiempo para todo” – ufffff) … pero por dentro el alma te quema pensando que dentro de unos años tu hija ya no te pedirá hacer una pulsera ni nada, y que entonces si que te sobrará todo el tiempo libre que quieras… y más….
“Si de verdad quieres, puedes sacar tiempo para todo”…. ¡¡¡A PASTAR YA CON LA DICHOSA FRASECITA!!!
Y todo esto lo piensas cuando te asomas, antes de irte a la cama, a la habitación de tus hijos que ya están dormidos, y te maravillas de su perfección, de su inocencia, de lo increibles que son sus deditos y piececitos y entonces te inundan el amor y a la vez la rabia que te hace pensar “mierda, ¡otro día desperdiciado en tonterías!”. Y es que la rutina, los horarios, las normas, la forma en la que esta construida la sociedad en si, TODO te obliga, te aliena y te anestesia, sin darte cuenta de que la vida pasa, de que la vida, la tuya, la de ellos, la nuestra… se pierde.
Y entonces, derrotada, piensas en porqué no te tocará la maldita lotería de una maldita vez para olvidarte de todas las tonterías y poder disfrutar de lo que realmente cuenta en esta vida (esto es un pensamiento recurrente de mi marido “el agobiao” y que al final me lo ha pegado) y te vas resignada a la cama con toda esa frustración, programando de nuevo la alarma para el día siguiente donde te levantarás con 24 escasas horas que exprimir, y entre hora y hora, quizás, sólo quizás, nos llegue la cordura y podamos detenernos, respirar pausadamente y regalar tiempo… y ojalá que sea a aquellos que de verdad importan.
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4 Comentarios
Pues yo no lo hubiese dicho mejor la verdad. Vaya “vomiteras” buenas sueltas. El mío todavía es peque y me supera no poder razonar con él. Que se pille berrinches y me pegue y me tire del pelo (jugando o por rabia) y no saber cómo solucionarlo. Si me pilla en días malos como hoy no sé reaccionar y lo paso mal porque no quiere que lo coja, me rechaza todo el rato… Bueno, supongo q habrás pasado por todo eso. Me da la sensación que las horas que paso con él no las aprovecho bien y que me paso el día diciendo NO NO NO!!! Pero bueno, mañana será un nuevo día, espero que mejor!!!! Un besote y ánimo
El mio tiene 4 años y hoy me la ha liado parda en la biblioteca… ya debería de poder razonar con el porque entiende todo y sabe hablar perfectamente, pero claro, también es mas listo, mas fuerte y mas cabezota con cada año que pasa… y yo pues me toca volver a aprender nuevo, porque lo que nos servía hace unas semanas, parece que ya ha dejado de funcionar. Es agotador y desconcertante porque quieres hacerlo bien, pero una esta taaan cansada despues de trabajar todo el dia… tienes tantas ganas de disfrutar con ellos y al final por chorradas asi lo echas a perder… y en ese momento de cabreo te salen todos los demonios y tooodas esas cosas que hemos leido y escuchado sobre la forma de criar o proceder, y te preguntas “vale, genial, me encanta la teoria y la comparto, pero como narices la pongo en práctica???” No funciona! Improvisamos, nos dejamos llevar y la fastidiamos… menos mal que ellos y nosotros hemos aprendido a perdonar y reilusionarnos cada dia con poder hacerlo mejor. Como ya te han dicho en twitter ya lo estas haciendo bien desde el mismo instante en que te cuestionas a ti misma y quieres esforzarte por hacerlo mejor! Un abrazo de los grandes, supermami! Elisa
Yo no entendía muy bien este concepto hasta hace poco y es que es importante dedicar un tiempo de calidad. De qué sirve estar con ellos horas y horas si no haces nada, si lo ignoras… Calidad. Tiempo. Qué importante es!
Si, el tiempo de calidad es bueno, pero no desde el punto de vista de quitarnos la espinita de encima con estar un ratito, esa es la trampa. Hay que abusar de cada momento con ellos, la pena es que no nos quedan suficientes horas en el dia 🙁